Nabos, chuguas, ibias, habas, papas nativas, semillas, artesanías en madera de cuyes, aves, especies de páramo, cremas y remedios medicinales a base de plantas nativas, bolsos y mochilas tejidas con diferentes formas, tamaños y colores, son solo algunos de los productos que se vieron en el intercambio de experiencias que se dio en el encuentro.
En este espacio, las culturas fueron las protagonistas. Organizaciones campesinas e indígenas se organizaron por región y, en grupos, construyeron sus puestos de trabajo o stands -a modo feria- para mostrar a los asistentes que el páramo también es su gente, sus costumbres y su trabajo por el bienestar comunitario y de la naturaleza.
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El intercambio de regiones sirvió para reconocer las diferentes acciones de conservación de las organizaciones comunitarias en favor de los páramos, descubrir sus innovaciones, desafíos y sueños a futuro y, por qué no, para establecer alianzas entre los expositores. “ Esta feria de intercambio nos permitió hacer un viaje por las diferentes regiones del país donde el proyecto está trabajando y hacer visible las culturas de los habitantes de los páramos y sus iniciativas de cuidado y conservación de estos ecosistemas. Además, fue un escenario abierto de diálogo y trueque de saberes en torno a las diversas formas de habitar los páramos, reconociendo la importante contribución de estos ecosistemas al bienestar de las comunidades”, manifestó Ángela María Herrera, investigadora en temas de salvaguardas ambientales y sociales del Instituto Humboldt.
Un encuentro de comunidades de páramos para aprender
Durante los dos días del evento se realizaron 12 talleres simultáneos en los que los asistentes pudieron fortalecer sus capacidades en temas como: tejido para principiantes, propagación de frailejones, buenas prácticas de turismo naturaleza, interpretación de mapas, excel para principiantes, mecanismos de financiación para iniciativas comunitarias de conservación, hilado de lana desde cero, restauración ecológica a partir del conocimiento propio, avistamiento de aves, elaboración de un agroinsumo, formulación de proyectos y herramientas digitales y aviturismo.
“Para mí fue un encuentro espectacular. Participé del taller de financiación para proyectos en páramos y alta montaña, ahí entendí de dónde vienen los recursos y cómo participar de estos incentivos. Con la ingeniera Mireya aprendimos de la propagación de frailejones, primera vez que siembro frailejones y dejamos 18 para hacerles seguimiento. En el segundo día, estuve en lo de aviturismo, nunca lo había hecho antes, siendo Colombia el país número uno en aves nos falta conocer más sobre ellas. Aprendí mucho”, dijo Jhon Jairo Quintero Sánchez, proveniente de la vereda Santa Helena, municipio de Roncesvalles, Tolima.