Expertos de la universidad Javeriana de Cali, la universidad de Caldas y el Instituto Humboldt confirmaron que el registro de las fotos se trataba de la comadreja colombiana, luego de analizar aspectos como su tamaño pequeño, cola corta carente de punta negra, una tonalidad más oscura y una mancha en el pecho o cuello del mismo color del dorso.
Esta comadreja se convirtió en el segundo registro validado de la especie para la cordillera occidental y cerca de áreas protegidas como los parques Cueva de los Guácharos (Huila y Caquetá) y Los Farallones de Cali.
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“Este caso es la mezcla perfecta entre la ciencia participativa y las colecciones biológicas, ya que sumando los registros de colecciones y de ciencia participativa nos hacemos a una idea más completa del estado de esta especie en el país, de su distribución”.
Además, según Reyes, sin el espécimen con el que cuenta la colección no habría sido posible la identificación correcta de la especie. “Las colecciones son testigos para la determinación correcta taxonómica de las especies, un material que permite comparar o corroborar ciertos hallazgos”.
Para el investigador, esto demuestra cómo las colecciones funcionan como ese registro histórico o biblioteca de la biodiversidad. “En todo el mundo, cualquier colección biológica lleva una narración de la naturaleza y es un testigo histórico de la biodiversidad y sus cambios en los sitios donde hay registros”.
Especímenes antiguos que dejan huella
Más de 6.000 especímenes de mamíferos fueron donados por el Inderena a la colección del Humboldt a mediados de los 90, los cuales hoy en día siguen siendo utilizados por los expertos para profundizar en el estudio de la biodiversidad nacional.
Una de esas herencias de antaño está conformada por pieles y cráneos de grandes felinos, piezas que fueron decomisadas por las autoridades en diferentes operativos contra el tráfico ilegal de fauna silvestre.
“Aunque las pieles decomisadas algunas veces no dan mayor detalle sobre la procedencia o distribución de los felinos, ya que pudo ser incautada en un camión que recorrió diferentes departamentos, este material ha servido para realizar tomas de muestras genéticas y otros estudios”, menciona Reyes.
En la colección hay varias pieles de jaguares, felinos emblemáticos de las selvas colombianas que día a día merman su población por la cacería y la deforestación. Varias personas le preguntan a Reyes la razón de tener este material decomisado, a lo que responde que sirven tanto para la ciencia como para recordar lo nefasto que es el tráfico de fauna.
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“Todos estos animales fueron cazados por los traficantes, por lo cual contar con ese material lleva ese mensaje de que ese tráfico debe parar de una vez por todas. Hay que resguardar estos hallazgos para que sea lo más útil posible para la ciencia”.
Más de 11.000 especímenes recolectados desde los años 60 reposan en la colección de mamíferos del Instituto Humboldt, un lugar donde los científicos y la comunidad en general pueden ampliar su conocimiento sobre este grupo de la fauna nacional.
En el claustro San Agustín, en Villa de Leyva (Boyacá), se encuentran las Colecciones Biológicas del Instituto Humbolt. Allí, reposan miles de especímenes de aves, peces, insectos, mamíferos, plantas, anfibios, reptiles e incluso sonidos.
El biólogo Nicolás Reyes Amaya es el curador de la colección de mamíferos del Humboldt, catalogada como la tercera más grande en Colombia al albergar más de 11.000 especímenes de aproximadamente 410 especies, material recolectado desde 1960 y procedente de ocho países.
“Esta colección ha sido un gran referente para el estudio de mamíferos colombianos, ya que del total de especímenes que alberga, más del 90 por ciento corresponde a mamíferos presentes en el territorio nacional”, precisó Reyes.
Aunque los órdenes mejor representados son Chiroptera (murciélagos), Rodentia (roedores) y Primates(monos), esta colección permite hacer un viaje a toda la diversidad de mamíferos que habitan en el territorio nacional, que a la fecha está representada en 543 especies.
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“Esta cifra convierte a Colombia en el sexto país a nivel mundial en cantidad de especies de mamíferos, un tesoro que para su estudio y análisis requiere del material que conforma las colecciones biológicas. En estos lugares podemos estudiar a fondo varios aspectos de su biodiversidad e incluso de los cambios poblacionales y de los ecosistemas, lo que nos permite pensarnos la conservación de la naturaleza basada en datos reales”, indica Reyes.
Historias de mamíferos
La colección de mamíferos del Instituto Humboldt cuenta con especímenes preparados tanto en seco como en líquido, los cuales reposan en varios compactadores y están identificados por medio de etiquetas con un número único de registro, que además de contener información básica se les está incluyendo varios códigos QR que permiten ampliar la información de cada espécimen.
Para Reyes, esta colección es una biblioteca de la biodiversidad colombiana de puertas abiertas al público. “Toda la información histórica que albergamos en este lugar sobre la biodiversidad de Colombia, los especímenes representados en forma de pieles, cráneos, mandíbulas, esqueletos y animales completos, así como la información asociada a estos especímenes, puede ser estudiada por cualquier persona y es un insumo de suma importancia para entender y poder conservar la naturaleza”.
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El biólogo informa que cada uno de los especímenes revela una historia biodiversa que le hace un gran aporte a la ciencia. “Hay de todo, desde individuos llamativos por sus grandes tamaños y su majestuosidad como el armadillo gigante, los osos andinos o las dantas, hasta bastante pequeños y llamativos por su diversidad de detalles y formas como los murciélagos y roedores, que en el mundo suman aproximadamente 1.400 y 2.300 especies respectivamente”.
Según el curador de mamíferos del Humboldt, los murciélagos son un buen ejemplo de cómo mediante las colecciones científicas se pueden entender las diversas características de las especies y la relación con su historia natural.
“Por ejemplo, podemos encontrar cráneos delicados y diminutos, con reducción de dientes y el hocico muy prolongado que corresponden a las especies de murciélagos nectarívoros, que tienen un rol ecológico similar al de los colibríes y se alimentan de forma similar a estos. También podemos encontrar cráneos grandes y robustos, con dientes prominentes y grandes que semejan el cráneo de un carnívoro, y que corresponden a especies de murciélagos pescadores, que se alimentan de la carne de los peces que cazan sobrevolando los espejos de agua”.
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Para Reyes, acceder a esta información sobre la forma, la ecología y la evolución de las especies, permite entender mejor la naturaleza y así poder conservarla. “Estas son algunas de las historias llamativas que parten de los estudios realizados en las colecciones biológicas”.
Una comadreja que se creía extinta
El último registro que se conocía de Mustela felipei, mamífero conocido con el nombre común de comadreja colombiana, era un individuo que hace parte de las Colecciones Biológicas del Instituto Humboldt, el cual fue recolectado en 1986 en inmediaciones del Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos.
“Esta comadreja única del sur de Colombia se creía extinta, ya que llevaba más de 30 años sin ningún tipo de reportes directos, fotografías o videos de cámaras trampa. El último espécimen registrado estaba en nuestra colección”, complementa Reyes.
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En 2018, Juan Manuel de Roux fotografió a una comadreja cuando la vio por casualidad en la habitación de una finca del corregimiento El Carmen, en el municipio de Dagua (Valle del Cauca).
“El ciudadano publicó las imágenes del mamífero en la plataforma de ciencia ciudadana iNaturalist, pero la listó como Mustela frenata, una comadreja de cola larga que es reportada con frecuencia en el país”, informó el biólogo.
Sin embargo, la comadreja fotografiada no correspondía con la especie listada, ya que esta era más pequeña, con la cola más corta y presentaba una mancha característica en su pecho, características propias del espécimen que reposa en la colección de mamíferos del Humboldt.