- Paratrygon aiereba, raya conocida como manta, ceja o manzana y que solo habita en las cuencas del Amazonas y Orinoco, posiblemente no corresponde a una sola especie.
- Por medio de pruebas de ADN y otros análisis y estudios, seis científicos evidenciaron que esta raya de agua dulce presenta tres filogrupos con diversidad genética y coloraciones distintas en ambas cuencas colombianas.
- Los investigadores sugieren que podrían tratarse de especies diferentes, las cuales fueron separadas hace más de 43 millones de años debido a cambios geográficos.
Las rayas de agua dulce son peces cartilaginosos que solo habitan en los ríos de Sudamérica, excepto en Chile. Tienen una baja fecundidad, crecimiento lento y maduración tardía, por lo cual figuran entre los animales más vulnerables a impactos como la pesca incidental, comercial y ornamental.
Hasta ahora, la ciencia ha confirmado la presencia de 34 especies de rayas en el sur del continente americano, de las cuales 11 habitan en Colombia con una alta presencia en los ríos negros y claros que zigzaguean por las cuencas del Amazonas y el Orinoco.
“Colombia es el segundo país, después de Brasil, con mayor riqueza de estas especies. En el territorio nacional las rayas se distribuyen en todas las cuencas, exceptuando los ríos de la vertiente del Pacífico”, dijo Carlos A. Lasso, Investigador Senior del programa de Ciencias de la Biodiversidad del Instituto Humboldt y gran conocedor de los peces en Colombia.
De las 11 especies de rayas en Colombia, una es endémica de la cuenca del Magdalena y la vertiente Caribe, la raya del Magdalena, mientras que cuatro se encuentran en categoría de amenaza como vulnerables debido a la pesca ornamental excesiva.
Una de las especies vulnerables a la extinción es Paratrygon aiereba, conocida comúnmente como raya manta, ceja o manzana, la cual en Colombia habita en las cuencas del Orinoco y Amazonas, en ríos como Arauca, Meta, Tomo, Inírida, Guaviare, Amazonas y Putumayo.
“Esta raya, que también hace presencia en Venezuela, Brasil, Ecuador, Perú y Bolivia, es capturada con fines ornamentales en estado juvenil o preadulto. Los adultos son usados en la pesca de subsistencia en áreas remotas de la Orinoquia colombiana y en el Amazonas, y el hígado es utilizado con fines medicinales”, afirma Lasso.
Según el Libro Rojo de especies dulceacuícolas de Colombia, es una raya carnívora que se alimenta básicamente de otros peces, aunque los camarones e insectos también hacen parte de su dieta.
Más especies
Por primera vez, seis científicos estudiaron la diversidad genética, filogeografía (procesos históricos que podrían ser responsables de las distribuciones geográficas de un individuo) y la estructura genética de las poblaciones de estas rayas de agua dulce, que se reproducen en los grandes ríos y caños de aguas blancas y claras.
Entre 2011 y 2017, los investigadores recolectaron muestras de tejido del músculo ventral y aleta pectoral a 50 especímenes, material que fue depositado en la colección de tejidos del Instituto Humboldt para luego ser sometido a pruebas de ADN.
Las muestras fueron tomadas en las cuencas de los ríos Putumayo, Loretoyacu, Amazonas, Orinoco, Meta, Bita y Tomo y caño Dagua, cuerpos de agua distribuidos entre las cuencas del Amazonas y Orinoco de Colombia.
El principal hallazgo de este estudio, publicado en la revista científica Mitochondrial DNA Part A, fue que Paratrygon aiereba puede no tratarse de una sola especie en ambas cuencas del territorio nacional, como era conocido hasta ahora.
“Los resultados mostraron al menos tres filogrupos: dos correspondientes a la cuenca del Orinoco y uno en Amazonas. También hay una fuerte diferenciación genética entre los individuos pertenecientes a cada filogrupo, incluso en áreas geográficas cercanas”, cita el artículo.
Los análisis mostraron una alta diversidad de haplotipos (variaciones del ADN) para los tres filogrupos identificados de esta raya. “Esto sugiere un proceso de recolonización o expansión poblacional, como un posible resultado adaptativo al medioambiente durante la formación de las cuencas o red hidrográfica”, indica la publicación.
En ambas cuencas, estas rayas de agua dulce también presentaron variaciones de coloración, osteológicas (sistema óseo) y morfométricas (tamaño y forma).
Para Lasso, uno de los seis autores del artículo, esto podría sugerir la existencia de más de una especie en Colombia. “Así lo sugiere la diferencia genética entre los filogrupos de Paratrygon aiereba, particularmente si se considera que las tasas de mutación en las rayas de agua dulce son lentas”.
Para establecer con certeza que Paratrygon aiereba podría tratarse de especies diferentes, los científicos indican que es fundamental realizar análisis con marcadores moleculares y microsatélites. “Esto permitiría verificar la historia evolutiva de la especie por dos linajes diferentes: materno y biparental”.
Este primer estudio proporciona información clave para que científicos, organizaciones ambientales, autoridades pesqueras y otras entidades gubernamentales y no gubernamentales, agilicen los esfuerzos de gestión y conservación de este grupo de rayas.
“Es urgente sugerir al menos tres unidades de manejo correspondientes a cada uno de los filogrupos identificados. Esta propuesta beneficiaría la conservación de la raya, ya que permitiría regular mejor las políticas y su comercialización, proporcionar información para el CITES y futuras evaluaciones de riesgo de extinción de acuerdo con la Lista Roja de la UICN”.
Del mar al río
Los científicos analizaron la historia biogeográfica de esta raya de agua dulce y reconstruyeron su distribución ancestral en diferentes áreas de Colombia.
“La primera divergencia de los tres filogrupos de esta raya en el Orinoco y Amazonas pudo ocurrir hace aproximadamente 43 millones de años. Posteriormente, en el Orinoco se vuelve a evidenciar un aislamiento en dos filogrupos hace 22 millones de años”, revela la investigación.
Según los autores, estas mantarrayas de agua dulce vienen de un antepasado marino que incursionó en el norte (este Pacífico y el Caribe) y divergieron aproximadamente hace 75 millones de años.
“Evidenciamos que en Colombia se registraron inundaciones intermitentes desde el mar Caribe durante la era Cenozoica, en un período de aproximadamente 900.000 a 3,7 millones de años, al igual que la posible conexión más antigua entre los sistemas de agua dulce y los ecosistemas marinos hacia finales del Cretácico”.
Las múltiples regresiones marinas alrededor de los Andes durante la era Cenozoica permitieron la colonización de peces y su diversificación.
“Estos procesos permitieron la transición de adaptación a los sistemas de agua dulce. El registro fósil de Potamotrygon ucayalensis encontrado en la Amazonia peruana representa la evidencia más antigua de una línea adaptada al agua dulce, hace aproximadamente 50 millones de años”.
Otro hallazgo de los investigadores es que hace 65 y 34 millones de años, las cordilleras central y occidental presentaron aumentos significativos. “Este istmo movió la cuenca del Amazonas hacia el sur, provocando un cambio en el patrón de drenaje y sedimentación de los ríos. Ese rápido levantamiento podría haber aislado a las poblaciones y distribuirlas entre las cuencas del Amazonas y Orinoco”.
Posiblemente, el río o Caño Casiquiare actúa como un corredor para la dispersión de rayas de agua dulce en estas dos regiones de Colombia. “Este evento ha sido sugerido para el pez aguja (Potamorraphis spp), arawana (Osteoglossum ferreirai) y el pavón cinchado o tucunaré (Cichla temensis). Actualmente no se conoce ninguna otra conexión fluvial entre el Amazonas y el Orinoco”, evidenciaron los investigadores.
La actividad del hombre también pudo incidir en la distribución de estas rayas de agua dulce. “Un factor que contribuye al aislamiento de la población es la intervención antropogénica, como la fragmentación del hábitat por la deforestación, contaminación de la actividad minera fluvial y la explotación comercial del recurso pesquero”.
Raya apetecida
La pesca furtiva para la comercialización ilegal de peces ornamentales, es para los seis científicos la actividad que probablemente más afecta a las poblaciones de las rayas de agua dulce.
“La especie fue incluida en el Apéndice III de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies amenazadas de fauna y flora silvestres (CITES) por Colombia, debido a que es el país que comercializa la mayor cantidad de especies de rayas de agua dulce en Sudamérica”, concluyeron los expertos luego de investigar varias fuentes bibliográficas.
Según cifras del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER), publicadas por los investigadores en el artículo, en 2012 el valor de cada Paratrygon aiereba en Colombia fue de 127,5 dólares, siendo su principal mercado los países asiáticos.
“Adicionalmente a la pesca furtiva para su comercialización, el aceite de hígado de esta raya también es empleado como medicina tradicional para enfermedades respiratorias; los indígenas y pescadores locales suelen comer su carne en Venezuela”, apuntó Lasso, investigador del Instituto Humboldt.
Las prácticas pesqueras no sostenibles pueden conducir a una reducción significativa de las poblaciones de esta y otras especies de rayas. Por eso, los autores catalogan como prioritario generar información científica para evaluar su población y estado.
“El Plan de acción nacional de tiburones en Colombia incluyó a esta especie como una alta prioridad para estudios genéticos debido a las lagunas en la información”, cita el artículo.
Maira Rizo Fuentes (Universidad de los Andes y Universidad de La Salle); Camilo Correa Cárdenas (Universidad de La Salle y Ejército Nacional); Carlos A. Lasso y Mónica Morales Betancourt (Instituto Humboldt); Dalia Barragán Barrera (Universidad de los Andes y Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Caribe); y Susana Caballero (Universidad de los Andes), fueron los seis autores de este artículo.