- La estrategia de conservación de áreas protegidas no ha tenido suficientemente en cuenta variables como la conectividad, la representatividad y el impacto de las actividades humanas para la protección de los ecosistemas.
- De acuerdo con el más reciente estudio del Instituto Humboldt, a pesar del progreso hacia el logro de la meta 11 de Aichi en términos de extensión de áreas protegidas, solo una de cada cuatro ecorregiones de los países andino tropicales (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), tiene más del 17% de su superficie protegida y conectada.
- Colombia tiene casi el 17% de su territorio cubierto por áreas protegidas, pero cerrará el 2020 sin haber cumplido la meta de Aichi 11 en materia de ecosistemas representados y conectados.
Los países y regiones han establecido los sistemas de áreas protegidas (AP) como una de las principales estrategias de conservación de los ecosistemas y la biodiversidad. Sin embargo, los esfuerzos se concentran principalmente en ampliar la cobertura, sin tener en cuenta los impactos humanos en el paisaje, lo que afecta notablemente su conectividad.
Los esfuerzos de los países han estado centrados en el cumplimiento de la meta 11 de Aichi del Plan Estratégico del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), la cual establece que para el 2020, al menos el 17% de la superficie terrestre debe estar protegida, bajo criterios de manejo efectivo y equitativo, bien conectada y con una adecuada representatividad de la variabilidad ecológica del planeta.Pese a lo anterior, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela,países andino tropicales – PAT, no alcanzarán la meta 11 de Aichi en términos de conectividad y representatividad ecológica; así lo confirma el Instituto Humboldt a través del reciente estudio publicado bajo el título de Conectividad de áreas protegidas: efecto de la presión humana y contribuciones subnacionales en las ecorregiones de los países andinos tropicales.
La región de los países andino tropicales comparte una identidad ecológica y geográfica. Estos son considerados como algunos de los territorios con mayor biodiversidad en el mundo, al abarcar zonas tanto de la cuenca amazónica como de la cordillera de los Andes.
Para llevar a cabo este estudio sobre áreas protegidas en la región, que inició en 2017, se involucraron a organizaciones y expertos líderes para cada país con experiencia en creación, gestión, investigación o normatividad de áreas protegidas, con el fin de asegurar una comprensión rigurosa del desempeño de las AP y en los contextos de toma de decisiones.
“Desde el proyecto creamos una base de datos validada de AP para estos países y calculamos el indicador ProtConn que nos muestra el porcentaje de territorio protegido y conectado para cada una de las ecoregiones terrestres. Por primera vez, se incorporó en esta medición el efecto del impacto de las actividades humanas en la conectividad”, aseguró Santiago Castillo, líder del proyecto e integrante del programa de Gestión Territorial de la Biodiversidad del Instituto Humboldt.
Se descubrió que sólo el 27% de las ecorregiones de estos países están protegidas y conectadas en más del 17% de su superficie, es decir, solo 18 de las 67 ecoregiones. Al incluir la huella humana, fue posible también concluir que la conectividad de las áreas protegidas es más baja de lo que los anteriores estudios globales proyectaban.
Representación y conectividad de AP en las ecorregiones de los países andinos tropicales: ( a ) tierra protegida, ( b ) tierra protegida y conectada ( ProtConn Eu ), ( c ) tierra protegida y conectada considerando la huella humana (ProtConn CD) , ( d ) ProtConn CD sin áreas protegidas subnacionales. El fondo gris representa América continental. Las líneas negras son las fronteras terrestres de los países. Los datos geoespaciales están disponibles para su descarga en https://doi.org/10.6084/m9.figshare.12568502
Para el desarrollo de la investigación, se compiló una base de datos de 1775 áreas protegidas terrestres, actualizada a noviembre de 2019, que cubre el 21% de la región continental de los PAT. El 80% de ellas son áreas protegidas subnacionales, que contribuyen al 23% de la extensión total de las AP.
El estudio destaca que aumentar la superficie de áreas protegidas no es suficiente para lograr un sistema bien diseñado. De acuerdo con Castillo, “al comparar nuestros datos con ejercicios anteriores en la región, encontramos que a pesar de duplicar la extensión de áreas protegidas desde 2001, no ha habido mejoras en la representación de la variabilidad ecológica. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que los países andinos tropicales no alcanzarán la meta 11 de Aichi en términos de conectividad y representatividad, y tampoco cumplirán las futuras metas de biodiversidad que se propongan para el 2030 hasta que los gobiernos realicen cambios sustanciales en la optimización del crecimiento de los sistemas de áreas protegidas”.
Precisamente, Colombia se encuentra reformulando su actual política de áreas protegidas con el fin de optimizar su sistema, pues aunque el país tiene casi el 17% de su territorio bajo alguna figura de protección, cerrará el 2020 sin haber cumplido la meta 11 de Aichi en materia de ecosistemas representados y conectados. Estudios más detallados del Instituto Humboldt, evidencian que la conectividad de las áreas protegidas en el territorio nacionales de tan solo 5.4%, que al incluir la variable de huella humana, desciende a 4.2%.
¿Por qué este tema resulta ser tan importante? La conectividad a través de las áreas protegidas garantiza los flujos ecológicos, la conservación de la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos como la polinización. La transformación de los paisajes debido a fenómenos como la deforestación, ocasiona que las áreas protegidas se alejen más entre sí. Según el estudio, en promedio, el 22% de la superficie protegida de las ecoregiones no está conectada.
De hecho, 20 ecorregiones de las 67 tienen más del 50% de sus áreas protegidas sin conexión. Los casos más extremos los protagonizan los Páramos Andinos del Norte, que comprenden parte de Colombia y Venezuela, al estar desconectados en un 73% y el Bosque Montano del Valle del Cauca con un reporte del 72%. Entre tanto, los ecosistemas secos como los bosques secos, punas secas, matorrales xerófilos y desiertos, siguen estando a la deriva, pues no cumplen la meta ni siquiera en cobertura.
De acuerdo con Camilo Correa -Ayram, ecólogo miembro del programa de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, la conectividad a través de las áreas protegidas garantiza los flujos ecológicos, la conservación de la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos como la polinización.
Finalmente, a pesar de que los países han hecho grandes esfuerzos por aumentar sus áreas protegidas, se requieren procesos más rigurosos a la hora de hacer los inventarios de AP, especialmente las gestionadas desde las regiones o la sociedad civil. El estudio señala que la mayoría de países andino tropicales tienen un sistema inadecuado de validación y reporte de AP. “Como resultado de ello pueden surgir informes incorrectos, pues en algunos casos reportan más AP y en otros menos de las que realmente tienen”, dijo Castillo. Sin embargo, Colombia es un buen ejemplo en cuanto a bases de datos sólidas y bien sistematizadas de áreas protegidas.
Para más información:
Artículo científico
https://www.mdpi.com/776766
Acceso a “Makurhini”, herramienta con la que se calculó el índice:
https://github.com/connectscape/Makurhini
Este estudio fue desarrollado por el Instituto Humboldt en colaboración con otras organizaciones de Latinoamérica como Naturaleza y Cultura Internacional - Ecuador, Naturaleza y Cultura Internacional - Perú, Fundación Natura Bolivia, Universidad Simón Bolívar – Venezuela, Interalianza Consultores - Venezuela, Moore Center for Science, Conservation International - EE. UU. y Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad – México.