- Procambarus clarkii, comúnmente conocido como cangrejo rojo americano o langosta roja, es una especie nativa del sur de Estados Unidos que fue introducida en Colombia a mediados de la década de los 80.
- A través de una revisión bibliográfica, el Instituto Humboldt reconstruye la historia de este cangrejo en el país, el cual ya cuenta con una amplia distribución en varios cuerpos de agua de la sabana de Bogotá.
- Su presencia altera los ecosistemas y puede afectar especies nativas como el cangrejo sabanero, ya que además de competir por territorio es vector de un hongo que devasta a la fauna.
Para nadie es un secreto la crisis que actualmente atraviesa la biodiversidad a nivel mundial debido a las actividades y comportamientos de los seres humanos. Tal es el caso de la transformación de los ambientes naturales para expandir la frontera agropecuaria a costa de los bosques nativos.
Además de la deforestación, considerada como la mayor problemática ambiental en Colombia, otro de los factores que tiene en jaque a los recursos naturales es la introducción de especies de otras latitudes que, si bien son parecidas en características climáticas, no corresponden a sus hábitats de distribución natural.
Según Jhon Cesar Neita, investigador líder de la colección de entomología del Instituto Humboldt, al ser introducidas estas especies, llamadas invasoras o exóticas, se pueden generar problemas sobre la fauna autóctona, ocasionando así un impacto negativo porque presentan ventajas en su establecimiento.
Varios cuerpos de agua de la sabana de Bogotá ya cuentan con la presencia del cangrejo rojo americano, el cual genera afectaciones a los ecosistemas y las especies nativas. Foto: Anggi Solano (publicada en la plataforma Naturalista).
“Por ejemplo, al no existir enemigos naturales, sus poblaciones suelen aumentar exponencialmente, compitiendo así con las especies nativas por recursos como alimento, agua y espacio. Esto genera en algunos casos una presión tan fuerte que fácilmente pueden llevar a la extinción de los animales y plantas que han estado millones de años en estos ecosistemas”.
El entomólogo del Instituto Humboldt asegura que la presencia de especies invasoras puede llegar de forma voluntaria, como en el comercio de mascotas exóticas o para la elaboración de platos exquisitos de la gastronomía en las áreas donde naturalmente se distribuyen.
“La otra forma es involuntariamente a través del intercambio comercial que hoy en día vive el planeta por la globalización o cuando no hay precaución en el manejo durante estudios en condiciones de laboratorio, donde fácilmente especímenes se pueden escapar y establecerse”, indica Neita.
Un cangrejo introducido en los 80
El cangrejo rojo americano fue introducido en Colombia en 1985, cuando fue permitida la expedición de un registro sanitario como especie experimental para cultivo en Valle del Cauca. Foto: Omar Javier López Gómez (publicada en la plataforma Naturalista).
Aproximadamente 395 especies invasoras de animales, entre invertebrados y vertebrados acuáticos y terrestres, hacen presencia en el territorio nacional. Así lo revela el Registro Mundial de Especies Introducidas e Invasoras (GRIIS por sus siglas en inglés).
Una de las especies listadas es el cangrejo rojo americano o langosta roja (Procambarus clarkii), un animal que pertenece al grupo de los decápodos por presentar cinco pares de patas y que es nativo del norte del continente americano. Según la FAO, la distribución natural de esta especie corresponde a ambientes de agua dulce lóticos y lénticos en la costa del Golfo de México hasta la Florida, con algunos datos de distribución para los estados de Texas, Alabama, Louisiana, Mississippi, Arkansas, Tennessee, Missouri, Illinois, Nuevo México y Oklahoma, localizados al sur de los Estados Unidos.
“Según varios artículos científicos, esta langosta es una especie que ha sido introducida en muchos ambientes a nivel mundial, con excepción de Australia y la Antártida. La especie fue introducida para su comercialización, ya que el uso de la cola hace parte de la exquisita gastronomía y su comercialización se da en los diferentes mercados locales, donde son ofrecidas vivas o procesadas”, complementa el experto.
¿Cómo una especie nativa del norte del continente llegó al territorio nacional? Para resolver este interrogante, Neita realizó una profunda investigación bibliográfica sobre los estudios y artículos de esta especie invasora, la cual a finales del año pasado prendió las alarmas de las autoridades ambientales en Bogotá cuando apareció en el cuerpo de agua del Parque Simón Bolívar.
“En Colombia su introducción ocurrió en 1985, cuando fue permitida la expedición de un registro sanitario como especie experimental para cultivo con fines comerciales en el Valle del Cauca. Sin embargo, después de presentarse una fuga accidental de individuos, estos se dispersaron por los municipios de Palmira, Jamundí, Cali, Guacarí, Yotoco y Guadalajara de Buga, y en la cuenca del río Cauca”, explica el experto.
La laguna de Fúquene es uno de los ecosistemas donde los expertos han evidenciado los impactos ecosistémicos causados por el cangrejo rojo americano. Foto: Jhon Barros.
En 2004, esta langosta o cangrejo rojo fue registrada en la sabana de Bogotá y, desde 2008, en la laguna de Fúquene y el área de influencia del río Suárez. En 2017 fue reportada la presencia de la especie en cuerpos de agua del alto Ricaurte, Villa de Leyva y Boyacá.
“El 20 de noviembre de 2004, ocho especímenes adultos (seis machos y dos hembras) y un juvenil fueron capturados en Cundinamarca en un lago artificial, en el kilómetro 14 de la carretera entre Bogotá y Briceño. Se trata del primer registro de la especie para la sabana de Bogotá”, cita el artículo “Una langostilla no nativa en Colombia”, publicado en la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas por Martha R. Campos, experta del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional.
Nocivo para los ecosistemas
La langosta o cangrejo rojo americano mide entre 10,5 y 12 centímetros y cuenta con un peso que oscila entre los 35 y 56 gramos. Tiene un cuerpo cilíndrico que en los adultos es de color rojo oscuro, aunque algunos pueden presentar distintos matices de color café.
Posee una alta fecundidad, llegando a poner entre 200 y 500 huevos. “Es una especie politrófica debido a que se alimenta tanto de material vegetal como animal, incluyendo insectos, larvas, gusanos (anélidos), huevos de peces, anfibios y presas con algún grado de descomposición. Es sensible a cambios en la calidad de agua, altas temperaturas y baja concentración de oxígeno”, evidenció Neita en su revisión bibliográfica.
Según el “Catálogo de la biodiversidad acuática, exótica y trasplantada en Colombia”, estudio realizado por el Instituto Humboldt y la Universidad Jorge Tadeo Lozano, esta especie se encuentra en una amplia variedad de hábitats de agua dulce, tanto lóticos como lénticos, como ríos, lagos, pantanos, quebradas y estanques, al igual que entre la vegetación y la hojarasca.
El cangrejo rojo americano es vector de un hongo que ha devastado las poblaciones nativas de varios decápodos en Europa. Foto: cortesía Secretaría Distrital de Ambiente.
“Tolera bajos niveles de oxígeno disuelto, altas temperaturas y resistencia a periodos prolongados de sequía o frío. Tiene un comportamiento territorial y es agresiva con su propia especie. Está bien adaptada a la secuencia anual de inundaciones en primavera y sequía de verano, algo típico de los sistemas de los grandes ríos y planicies inundables del sur de los Estados Unidos”, cita el catálogo.
Su introducción en tierras colombianas puede generar varios efectos e impactos en la biodiversidad nacional. El estudio del Instituto Humboldt y la Universidad Jorge Tadeo indican que debido a la depredación y competencia que genera, puede afectar las poblaciones nativas de macrófitas, gasterópodos, anfibios, peces y cangrejos.
También es vector del hongo Aphanomycetes astaci, el cual ha devastado las poblaciones nativas de varios decápodos en Europa. “En China, donde fue introducida desde Japón en 1929, existen poblaciones ferales ampliamente distribuidas y establecidas. Se asume que muchas especies de peces piscívoros, aves y mamíferos se han visto diezmadas en las aguas interiores de China, dando grandes oportunidades para que prolifere P. clarkii”.
Debido a su hábito excavador, este cangrejo puede modificar físicamente el medio donde habita. “En España se ha comprobado que ejerce daños por alteraciones mecánicas en canales y cultivos de arroz e interfiere en las cadenas tróficas de los ecosistemas receptores. Por su voracidad y amplia valencia ecológica y elevado potencial reproductivo, ha desplazado al cangrejo autóctono, hoy prácticamente extinto en la zona”.
El estudio publicado en 2015 por Martha R. Campos, experta del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, indica que la introducción de esta especie puede causar cambios a nivel de las comunidades de plantas y organismos nativos.
“Su presencia genera una fuerte competencia con especies nativas y altera la cadena trófica por el alto consumo de invertebrados y macrófitas. Además, puede actuar también como vector de parásitos que afectan a otros organismos, y debido a su constante actividad excavadora, afecta el fondo de quebradas, lagunas y estanques; también disminuye la disponibilidad de oxígeno disuelto en el agua, lo que altera las características del ecosistema y las poblaciones nativas”.
Neita concluyó que la época de mayor abundancia de la especie ocurre en el periodo de lluvia, por lo cual es probable que a causa de las recientes precipitaciones en las zonas de la sabana de Bogotá se pudieran observar tantos individuos en los cuerpos de aguas como el del Parque Simón Bolívar.
Biodiversidad nativa en riesgo
En 2018, Yecsika Pachón y Mauricio Valderrama, expertos de la Fundación Humedales, publicaron en la revista “Biodiversidad en la práctica” del Instituto Humboldt un estudio sobre la langostilla roja en la laguna de Fúquene.
Los científicos capturaron 858 individuos en la laguna, que fueron trasladados para la toma de parámetros biológicos, e identificaron 26 pescadores que reportaron langostilla en sus áreas de pesca.
La langostilla o cangrejo rojo americano causa impactos a la fauna endémica de Cundinamarca, como el cangrejo sabanero y el pez capitán. Foto: cortesía Secretaría Distrital de Ambiente.
“El estudio en Fúquene nos permitió identificar a P. clarkii como una especie introducida ampliamente distribuida y establecida en el cuerpo lagunar y a lo largo del río Suárez. Además, consideramos que su establecimiento está generando impactos aún por evaluar en especial sobre las especies nativas de peces como el capitán de la sabana (Eremophilus mutisii) y la guapucha (Grundulus bogotensis), además de crustáceos como el cangrejo de la sabana (Neostrengeria macropa)”.
Además de los impactos ecosistémicos generados por esta especie introducida, los expertos evidenciaron que es altamente comercializada. “La cola de la langostilla es comercializada en restaurantes de Bogotá. Su comercialización se presenta en las plazas de mercado como Corabastos, Restrepo, las Nieves y específicamente en puestos de venta de productos de vitaminas, fruterías y cevicherías. Se ofrece viva y es exhibida en peceras o acuarios junto con el cangrejo de la sabana”.
Para Neita, este trabajo en la laguna de Fúquene evidenció la depredación de esta especie sobre peces que quedan atrapados en las redes y la construcción de madrigueras en jarillones que se utilizan para el control de inundaciones, “de donde surgen interrogantes acerca de la desestabilización de estas estructuras”.
En 2011, Flórez-Brand y Espinoza-Beltrán identificaron que en los ambientes acuáticos de la cuenca del río Palmira, donde el establecimiento de P. clarkii ha sido exitoso, no se han presentado alteraciones que ocasionen un impacto evidente sobre las comunidades bióticas locales”.
No obstante, el investigador del Instituto Humboldt concluye que más allá de las causas de la introducción de especies exóticas invasoras en aguas continentales en el mundo, el impacto de su presencia en nuevos ambientes aún incipiente.