Bogotá, noviembre 30 de 2023.
En el 2014, un grupo de ocho reconocidos investigadores colombianos (nombres al final de la nota), liderados por el biólogo y profesor Héctor Ramírez Chávez, decidieron unirse para analizar ejemplares de murciélagos conservados en diferentes colecciones biológicas, además de hacer nuevas colectas con el objetivo de continuar los estudios existentes sobre este grupo animal.Para esto, usaron parte del material que reposa en la Colección de Mamíferos del Instituto Humboldt , el Museo de Historia Natural de América, el Museo Británico, la Universidad del Tolima, la Colección Entomológica de la Universidad de Antioquia, la Colección Nacional de Mamíferos de México y la Colección de Mamíferos de la Universidad Nacional; entre otros.Los investigadores se enfocaron en el género Eptesicus, para el cual estaban descritas 11 especies en Sudamérica; poniendo especial énfasis en la especie Eptesicus fuscus o murciélago pardo (especie que, a su vez, estaba dividida en 10 subespecies). Allí, los científicos notaron que entre las subespecies del murciélago pardo existían varias diferencias.“Empezamos a notar que entre las 10 subespecies del Eptesicus fuscus existía una alta variabilidad morfológica (estructura) y morfométrica (forma), es decir, que de unos individuos a otros se presentaban diferencias importantes en características como el tamaño y el color; lo que nos llevó a considerar que alguna subespecie podría tratarse de una especie” explica Elkin Noguera Urbano, investigador de la Gerencia de Información Científica del Instituto Humboldt, uno de los autores de la investigación.De estas 10 subespecies, la Eptesicus fuscus miradorensis (la única que habita en el área continental de la región neotropical de Centro y Sudamérica), era la que presentaba mayor variabilidad (diferencias morfológicas y morfométricas); por lo que existía una alta probabilidad que se tratara de una especie y no de una subespecie.Oficialmente ascendidaA partir de estas observaciones, se empezaron a revisar muestras genéticas, se tomaron medidas morfológicas y se evaluaron partes como el cráneo y la piel, comparándolas hasta con 14 medidas externas y craneales de ejemplares distribuidos a lo largo de América.“Luego de sumar toda la evidencia, obtener la secuencia genética de la subespecie analizada y compararla con otras secuencias, comprobamos que era un taxón diferente, es decir, que sí se trataba de una especie y no de una subespecie.
Dentro de las diferencias encontradas, se determinó que la ahora considerada especie Eptesicus miradorensis se destaca por ser la más grande de las que conforman el género, con una longitud de su antebrazo de 48 a 51 milímetros (los otras especies tienen medidas menores) y un cráneo con una longitud de 19 a 20 milímetros (cráneo robusto en comparación con las demás especies que tienen estructuras más pequeñas).También presenta una cresta sagital (parte posterior del cráneo) y otra lambdoidea (cresta extendida en la parte posterior del cráneo) muy desarrolladas, aspectos que no son tan destacados en otras especies.Esta especie se distribuye en México, Colombia y Venezuela; pero también tiene poblaciones intermitentes en otros países de la región. Su presencia se asocia a zonas de alta montaña (más de mil metros de altura) y de bosque seco. En Colombia, se le puede encontrar en el Valle del Cauca, el macizo colombiano y el suroccidente del país.
Espécimen del Eptesicus miradorensis conservado en la Colección de Mamíferos del Instituto Humboldt
Es así como, a partir de este resultado, la subespecie Eptesicus fuscus miradorensis pasó a convertirse en la especie Eptesicus miradorensis, la número 12 del género Eptesicus en Sudamérica y una nueva especie para Colombia. Este hallazgo quedó descrito en el estudio: “Sistemática, morfometría y distribución de Eptesicus fuscus miradorensis, con notas sobre morfología e historia natural”.El artículo fue publicado en la revista Therya, de la Asociación Mexicana de Mastología A.C., que difunde conocimiento sobre mamíferos, especialmente en Latinoamérica. “Uno de los aspectos para tener en cuenta -dice Noguera- es que, al pasar de ser una subespecie a especie, se aumenta la riqueza de este grupo y también se constituye en un llamado de atención sobre el cuidado y preservación de estos animales”.