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Cuidar el páramo con manos de mujer

Nota de actualidad | Por: Prensa Humboldt | 26/05/2022

Cuidar el páramo con manos de mujer




mujer en paramo señalando el horizonte
En Mongua (Boyacá), las organizaciones campesinas promueven la gestión integral del páramo con importante liderazgo de las mujeres. El Instituto Humboldt se reunió con ellas para conocer su experiencia y dialogar sobre las iniciativas para el uso sostenible de este ecosistema.


Mongua es un pequeño poblado boyacense, incrustado en la Cordillera Oriental, en la provincia de Sugamuxi. Su nombre es de origen indígena y significa Sol Naciente. Su amplia plaza central devela un paisaje apacible, desde donde se divisan montañas en todos los puntos cardinales. En su zona rural tienen jurisdicción territorios del Parque Natural Regional Siscunsí-Ocetá y del complejo de páramos Tota-Bijagual-Mamapacha.

Entre el paisaje de alta montaña, se divisan viviendas de comunidades que por años han habitado esta localidad y que se han dedicado, principalmente, a las actividades agropecuarias.

Desde hace una década, y conscientes de la importancia de su región, los pobladores de este rincón de Boyacá vienen confluyendo en organizaciones campesinas que promueven el uso y el manejo sostenible del páramo. Entre ellas, se encuentran la Asociación Integral Campesina TDS y la Asociación Huerto Alto Andino.

Con manos de mujer

La Asociación TDS cuenta con 54 personas afiliadas, que desde el 2018 son lideradas por dos mujeres: Olga Rincón y Cristina Hurtado. “Desde su origen, la asociación había sido manejada por hombres. Pero en una asamblea se propuso el voto secreto y fuimos elegidas en la junta directiva”, explica Olga, quien desde entonces preside esta agrupación. En esa labor, la acompaña su cuñada Cristina.

mujer cosechando hierbas
Olga Rincón lidera la Asociación Integral Campesina TDS


Desde entonces, la asociación se ha revitalizado y ha visto incrementar las solicitudes de afiliación. En su nombre, se retoma la sigla de las veredas en las que tiene asiento: Tunjuelo, Dintá y San Ignacio. En ellas, tanto Olga como Cristina promueven el cuidado del páramo y las prácticas agropecuarias sostenibles. Para ello, han buscado el apoyo del Estado y de la cooperación internacional. Lo recibieron de Swissaid, una organización no gubernamental que promueve la seguridad alimentaria y la agroecología, y que las acompaña desde su fundación.

De Swissaid, en el marco de proyectos e iniciativas como “Guardianas de los páramos”, han recibido insumos y asesoría técnica. Gracias a este respaldo, hoy tienen varias huertas caseras e invernaderos. Los frutos que recogen son destinados al autoconsumo, principalmente, y los excedentes son comercializados entre vecinos o en la plaza del pueblo. Sin embargo, una comercialización estable es uno de los obstáculos que han enfrentado. “Llevamos los productos al mercado, pero a veces no se recuperan los gastos del transporte”, cuenta Cristina. Otro problema es el de recibir un apoyo técnico constante de las entidades oficiales, pues no siempre obtienen respuesta.

investigadores revisando material
Cristina Hurtado enseña su diario en donde registra especies de flora y fauna avistadas en su predio


En su huerta integral tiene hortalizas, frutas y especies menores. También resguarda plántulas que le han obsequiado en intercambios de experiencias con otras comunidades de Boyacá, Cundinamarca y Nariño.

Además de estas iniciativas, la asociación se ha propuesto el aprendizaje sobre monitoreo comunitario de la biodiversidad y de restauración ecológica. Por eso, Cristina siempre porta un cuaderno en donde lleva anotaciones y dibujos de animales que avista en sus labores cotidianas. Este diario hace parte de un ejercicio de monitoreo que promueve la asociación.

Las guardianas de la Laguna Negra

comunidad en el paramo con investigadores
Mujeres de la Asociación Huerto Alto Andino guiaron a un equipo del Instituto Humboldt en un recorrido por la Laguna Negra


Hacia el sur de la cabecera urbana de Mongua se encuentra el Parque Natural Regional Siscunsí-Ocetá, que se superpone con el complejo de páramos Tota-Bijagual-Mamapacha. De camino al parque habita Odilia Neita, representante de la Asociación Huerto Alto Andino, otro proceso campesino que promueve el cuidado del páramo y el manejo sostenible de la producción agropecuaria.

Huerto Alto Andino acoge a más de 50 familias que desde el 2011 se han dedicado a sembrar productos autóctonos de la región, con prácticas de agroecología. Utilizan el sistema de riego por goteo y viveros. Producen múltiples alimentos que, de una parte, se destinan al autoconsumo, y de otra, a la comercialización en mercados campesinos.

Odilia vive en la vereda Duce, cercana a la Laguna Negra, un atractivo natural y fuente hídrica del que se nutren cinco acueductos circunvecinos. Por eso, Odilia ha velado por el buen manejo de la laguna, que como todos los páramos, provee agua potable a la Nación y es hogar de biodiversidad.

Por estas razones, los páramos han sido declarados ecosistemas estratégicos. Así quedó consagrado en la Ley 1930 del 2018, que dispone diferentes directrices enfocadas a la integralidad, preservación, restauración, uso sostenible y generación de conocimiento de los páramos, con participación de las comunidades.

Páramos para la Vida

Olga, Cristina y Odilia fueron algunas de las cerca de 40 personas que el pasado 18 de marzo se congregaron en Mongua con el fin de realizar un diálogo con una delegación del Instituto Humboldt. Entre los temas abordados en el encuentro, estuvo la socialización del proyecto Páramos para la Vida, una iniciativa que busca promover la gestión integral, participativa, sostenible y comunitaria de los páramos colombianos.

charla con investigadores
Camilo Rodríguez (centro), investigador del Instituto Humboldt, presenta a líderes de Mongua el proyecto Páramos para la Vida


“La naturaleza del proyecto busca generar, a través de la implementación de acciones participativas, una buena forma de vivir en el páramo y de trabajar de manera conjunta para buscar un buen relacionamiento entre personas, ecosistemas e instituciones”, sostiene Camilo Rodríguez, investigador del Instituto Humboldt, quien lideró el taller de socialización en Mongua.

Páramos para la Vida es impulsado por el Instituto Humboldt en alianza con el Ministerio de Ambiente y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con financiación del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, en 16 complejos de páramo del país, de la mano de las comunidades. El complejo Tota-Bijagual-Mamapacha, que abarca un amplio territorio de Mongua, es uno de los complejos priorizados por el proyecto.

Como parte de su implementación, se busca acordar planes de trabajo conjunto con las comunidades que los habitan. Entre sus acciones, se encuentran el diálogo y la búsqueda de acuerdos entre las comunidades y las instituciones; la promoción de actividades económicas sostenibles; el fortalecimiento de experiencias de cuidado del páramo existentes en el territorio; y el intercambio de información sobre la gestión sostenible del páramo.

Durante el encuentro, la comunidad de Mongua expresó algunas de sus inquietudes, como ¿qué va a pasar con la tenencia de la tierra en el páramo? ¿Cuáles son las actividades económicas permitidas -y cuáles no- en territorios de páramo y de parques naturales? ¿Cómo manejar la presencia de fauna salvaje, como venados, osos y pumas?

personas en salon
Taller de socialización del proyecto Páramos para la Vida en Mongua (Boyacá)


Tras la ronda de inquietudes, las comunidades conocieron los alcances del Instituto Humboldt en la gestión integral de páramo, y cómo la entidad realiza su trabajo. También se les informó sobre cómo el producto de su labor es un insumo para la toma de decisiones concertadas entre la población y las diferentes instituciones que convergen en el municipio.

El Instituto Humboldt, como entidad facilitadora, planteó la propuesta de seguir sosteniendo diálogos para implementar prácticas productivas adecuadas para el páramo, y de convocar encuentros con las autoridades encargadas de resolver las problemáticas planteadas, como la Agencia Nacional de Tierras y la Corporación Autónoma de Boyacá (Corpoboyacá).

Finalmente, se concertó realizar nuevos encuentros con líderes de juntas de acción comunal para seguir presentando el proyecto Páramos para la Vida, así como identificar predios susceptibles para implementar acciones de trabajo en el área priorizada, en la que experiencias como las que lideran las mujeres de Mongua serán fundamentales para seguir cuidando los páramos para la vida.

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Descubra el frailejón endémico de Tota en Boyacá y cómo buscan conservarlo

Nota de actualidad | Por: María Teresa Becerra | 16/10/2022

Descubra el frailejón endémico de Tota en Boyacá y cómo buscan conservarlo




espeletia ramosa
La comunidad de la vereda Daysí del municipio de Tota llamó al frailejón como daysanito. Foto: María Teresa Becerra.


  • •   El Proyecto “Ecología y Conservación de los frailejones (Espeletia) de los Páramos Colombianos”, financiado por el Fondo para la Conservación de Especies Mohamed bin Zayed, inició su ejecución en mayo de 2022 con el objetivo de estudiar las características demográficas de Espeletia ramosa; promover la recolonización de zonas con hábitat favorable en las que esta especie está hoy día ausente; y facilitar, en coordinación con Corpoboyacá y las comunidades locales, la identificación e implementación de estrategias de conservación.


Espeletia ramosa, o el frailejón daysanito de Tota, como lo llamó la comunidad de la vereda Daysí, del municipio de Tota, es una nueva especie de frailejón descrita en 2019 por Jesús Mavárez y María Teresa Becerra. Al igual que otros frailejones colombianos, los individuos de esta especie crecen como rosetas, que alcanzan hasta 1,5 metros de alto. Esta especie se caracteriza por sus hojas coriáceas (acartonadas), inflorescencias en forma de corimbo y con numerosos capítulos (más de 40), pequeños y de color amarillo.

Sin embargo, a diferencia de todas las especies de Espeletia conocidas en Colombia, E. ramosa presenta tallos que se ramifican a nivel del suelo, por lo que es frecuente encontrar individuos creciendo como varias rosetas conectadas a partir de una sola raíz inicial. Los estudios genéticos sugieren que esta forma de crecimiento es relativamente primitiva, lo que indica que E. ramosa podría ser una especie cercana al ancestro de los frailejones que hoy conocemos.

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Espeletia ramosa es endémica del municipio de Tota (Boyacá), registrada hasta el momento exclusivamente en la vereda Daysí, en un área de matorral degradado y fragmentado de aproximadamente nueve hectáreas. Esta especie habita laderas secas, pedregosas y suelos cubiertos por una vegetación arbustiva esclerófila de subpáramo.

espeletia ramosa
El frailejón daysanito está calificado en la categoría de amenaza de En Peligro.


Dada su distribución restringida y la persistencia de amenazas sobre su hábitat este frailejón ha sido clasificado en la categoría de amenaza de En Peligro Crítico (CR), de acuerdo con los criterios de la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En este contexto, la iniciativa “Cuidando al frailejón daysanito de Tota” tiene el objeto de identificar e implementar estrategias encaminadas a proteger la especie y su hábitat, a través de una estrategia de gestión social del conocimiento que opera a través del trabajo colaborativo entre los propietarios de los predios, los vecinos, la comunidad educativa de la Vereda Daysí, las autoridades del Municipio de Tota, Corpoboyacá, el Instituto Humboldt, y el Laboratorio de Ecología Alpina del Centro Nacional de Investigaciones Científicas y la Universidad Grenoble Alpes de Francia.

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La estrategia incluye actividades como la restauración del hábitat de E. ramosa, la identificación de alternativas para conservar los predios donde habita la especie, la inclusión de acciones de investigación participativa y conservación en el currículo escolar, el desarrollo de una estrategia para turismo sostenible y el fortalecimiento de las capacidades de los habitantes de la vereda y el municipio de Tota para liderar las estrategias de conservación de esta especie.

Con estas acciones, se espera recuperar la población del Daysanito de Tota y generar nuevos sentidos de conservación entre las comunidades locales.

Dentro de las acciones realizadas hasta el momento se visitó el área de distribución del frailejón y se estableció un plan de monitoreo de la especie que está en ejecución, así como las acciones participativas para su conservación.

Galería:


Para proteger la especie se ha implementado una estrategia de gestión social del conocimiento en donde el trabajo colaborativo es fundamental. Foto: María Teresa Becerra.
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Páramos para la Vida: una apuesta nacional por su conservación local y comunitaria

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 5 de octubre de 2022

Páramos para la Vida: una apuesta nacional por su conservación local y comunitaria



foto de reunión en El Venado
El proyecto promueve sistemas socioecológicos que fomentan la conservación de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos, así como la agrobiodiversidad. Foto Ximena Borré.


  • •   Con una incidencia en 16 complejos de páramo en Colombia, el proyecto Páramos para la Vida recoge la experiencia del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Instituto Humboldt y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD en Colombia para la gestión sostenible de este ecosistema estratégico para el país.
  • •   El proyecto promueve sistemas socioecológicos que fomentan la conservación de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos, la agrobiodiversidad y la gestión adecuada de los conflictos socio-ambientales en complejos de páramo en Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Santander y Tolima.
  • •   Los páramos en Colombia albergan el 10% de la biodiversidad total de plantas y el 8% de todas las especies de plantas endémicas.
  • •   Según el libro Claves para la gestión local del páramo, de los 1.123 municipios de Colombia, 400 tienen jurisdicción en páramo, y de estos, 10 municipios tienen más del 70% de su área en este ecosistema.


Con un encuentro donde participaron más de 50 representantes de las autoridades ambientales, comunidades y socios, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Instituto Alexander von Humboldt y la oficina de PNUD en Colombia anunciaron el inicio de Páramos para la Vida, un proyecto financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF por sus siglas en inglés) con el objetivo de promover la conservación, gestión y uso sostenible de estos ecosistemas de alta montaña en 16 complejos en Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Nariño, Santander y Tolima.

Páramos para la Vida es el proyecto más ambicioso planteado para este tipo de ecosistema en el país y se concentra en la conservación de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos, a partir del fomento de la agrobiodiversidad, la promoción de sistemas sostenibles y la gestión adecuada de los conflictos socio-ambientales.

“Este proyecto juega un papel fundamental para movilizar el conocimiento técnico, científico y biológico sobre este ecosistema y enfatiza en el trabajo en conjunto con comunidades, municipios y departamentos, y en general todos los interesados en soluciones para la gestión integral del páramo en tiempos de emergencia climática y crisis de biodiversidad”, manifestó Hernando García, director del Instituto Humboldt.

Para lograr este propósito, Páramos para la Vida se enfoca en varios componentes incluyendo la gobernanza alrededor de la biodiversidad y el fortalecimiento de capacidades de las instituciones, las comunidades locales y los pueblos indígenas; la mejora en la conectividad y los servicios ecosistémicos en los complejos de páramos; la transición hacia actividades compatibles con la conservación en los paisajes priorizados y la gestión del conocimiento. Además, se hará énfasis en la comunicación, el monitoreo y la evaluación, en donde se espera la creación de una red de intercambio de información y articulación entre los diferentes complejos de páramos del país con un enfoque étnico y de género.

El PNUD como articulador promueve la implementación de salvaguardas ambientales y sociales que buscan mitigar los potenciales impactos que podrían ocurrir durante la ejecución del proyecto y que reúnen acciones para la sostenibilidad y participación de las partes involucradas. “Páramos para la Vida involucra la conservación de los ecosistemas y la relación que existe con las personas que habitan y protegen estos espacios”, puntualizó Jimena Puyana gerente Nacional de Desarrollo Sostenible del PNUD.

“Esta articulación entre diferentes actores es necesaria, pero teniendo en cuenta la característica del enfoque diferencial. Esas dinámicas que ya hemos tenido en el territorio como autoridades ambientales del territorio y sobre las cuales es nuestro interés fundamental cuidar nuestros espacios de vida. Por eso vemos con buenos ojos el proceso de articulación, pero con criterios y respeto a la autonomía jurisdiccional de los territorios, a las estructuras que allá tenemos. Allá hay mayores, sabedores, sistemas de salud y educación muy importantes en el manejo de la conciencia ambiental” indicó Luz Estrella Topa Guauña, gobernadora del Resguardo Indígena de Paletará en el Cauca, quien además agregó que “en nuestro resguardo inicialmente hay 10.000 hectáreas de páramo. Nace el río Cauca y hay una flora y fauna diversa. Hay un ejercicio bien bonito que realizamos desde el territorio en términos del control territorial de nuestros espacios de vida bajo una orientación que se ha dado desde nuestra comunidad”.

Para María Teresa Becerra, líder de la agenda de páramos y alta montaña del Instituto Humboldt, este taller inicial es importante porque “es en este espacio donde todos los socios del proyecto comenzamos la fase de planeación y ejecución del mismo. El proyecto convoca diferentes corporaciones ambientales, las gobernaciones de Cundinamarca, Boyacá y Nariño, la empresa privada a través de Bavaria y la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, así como representantes de los pueblos indígenas del Cauca y demás experiencias de gestión de páramos en Colombia”. Además aseguró que “creemos en el fortalecimiento de la gobernanza como eje fundamental en el que los diferentes actores en el territorio pueden desarrollar los procesos de gestión integral en los páramos porque están involucrados y son partícipes del mismo”.

El proyecto prevé lanzamientos regionales en los complejos de páramo priorizados en las próximas semanas.

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De los 1.123 municipios de Colombia, 400 tienen jurisdicción en páramo, y de estos, 10 municipios tienen más del 70% de su área en este ecosistema.


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Entre ruanas y frailejones: el desafío de ubicar el ecosistema de páramo

Nota de actualidad | Por: Oficina de Comunicaciones | 02/10/2022

Entre ruanas y frailejones: el desafío de ubicar el ecosistema de páramo




paramo chita
El páramo de Chita se encuentra al extremo oriente del departamento de Boyacá. Foto: Julián Sáenz.


  • Descubra cómo el trabajo del Instituto Humboldt sirve de insumo para la toma de decisiones de las comunidades y las instituciones en el proceso de delimitación del complejo de páramos de Pisba y conozca cómo el trabajo interdisciplinario permite la construcción de los mapas de páramo.


Chita, en Boyacá, es un pueblo incrustado en una montaña. En su interior reúne todas las tonalidades de blanco, gris y marrón que se pueden apreciar en el color de las ruanas que cotidianamente sus habitantes usan para combatir el frío. Desde las afueras del casco urbano se puede ver otra multiplicidad de matices: los del color verde. Los tonos claros y pasteles del páramo y también los oscuros del bosque alto andino. Un paisaje tranquilo y sereno, como los chitanos.

Este municipio de alta montaña se encuentra en las estribaciones de la cordillera Oriental donde tiene límite con algunas poblaciones del departamento del Casanare como Sácama, La Salina y Támara. Es un pueblo que tiene su base económica en la agricultura, la ganadería y el comercio y hace parte de los municipios que se encuentran dentro del complejo de páramos de Pisba, ese que debe ser delimitado garantizando la participación de las comunidades.

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Los páramos son considerados ecosistemas estratégicos por la regulación hídrica que prestan, por su alta diversidad biológica, por su capacidad de captura de carbono y por su riqueza cultural. Desde hace cientos de años, ruanas y frailejones conviven en el territorio, por lo menos así sucede en Chita, en donde sus pobladores tienen una relación tradicional con el ecosistema, de allí vienen muchas de sus costumbres y usos de los recursos naturales.

Seguramente, esa relación está presente en otros territorios del país. Y es que según el libro Claves para la gestión local del páramo de Marcela Galvis del 2021, 400 de los 1.123 municipios de Colombia tienen jurisdicción en los páramos y, de estos, 10 tienen más del 70 por ciento de su área en ese ecosistema.

chita y sus paramos
Los pobladores de los páramos tienen una relación tradicional con el ecosistema, de allí vienen muchas de sus costumbres y usos del mismo. Fotos: Julián Sáenz.


Al ser estratégicos, la Ley 1930 de 2018 dispone de diferentes directrices que buscan la integralidad, preservación, restauración, uso sostenible y generación de conocimiento de los páramos desde un enfoque participativo. De hecho, el artículo cuatro establece que: “el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible hará la delimitación de los páramos con base al área de referencia generada por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt a escala 1:25.000 o la que esté disponible y los estudios técnicos, económicos, sociales y ambientales elaborados por la autoridad regional de conformidad con los términos de referencia expedidos por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible”.

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Bajo este mandato, el Instituto Humboldt tiene que identificar el área dónde se encuentra el ecosistema de páramo para que esto sirva de insumo en el proceso de delimitación. ¿Pero realmente cómo se identifica el ecosistema de páramo?

De acuerdo con el artículo tres de la misma Ley el páramo es un “ecosistema de alta montaña, ubicado entre el límite superior del Bosque Andino y, si se da el caso, el límite inferior de los glaciares, en el cual dominan asociaciones vegetales tales como pajonales, frailejones, matorrales, prados y chuscales; además puede haber formaciones de bosques bajos y arbustos y presentar humedales como los ríos, quebradas, arroyos, turberas, pantanos, lagos y lagunas, entre otros”.

transision bosque a paramo
Para el desarrollo de su trabajo el Instituto Humboldt busca establecer la Franja de Transición Bosque Páramo, el punto de encuentro entre los dos ecosistemas. Fotos: Julián Sáenz.


Teniendo en cuenta esta definición y sabiendo que el límite superior entre el bosque alto andinos y el páramo es difuso. El Instituto Humboldt, para realizar su labor en este proceso, busca establecer la Franja de Transición Bosque Páramo (FTBP) que es el punto de encuentro entre los dos ecosistemas. Para ello, investiga una serie amplia de variables en diferentes zonas de los territorios como lo son la temperatura, la precipitación, la forma del terreno y por supuesto la vegetación característica tanto del páramo, los arbustales y el bosque alto andino. Un trabajo que desde el Instituto Humboldt se realiza de forma articulada y de manera multidisciplinar.

¿Cómo ubicar los ecosistemas de páramo para que sirvan de insumo en la toma de decisiones?

“Acá (en Chita) he visto unos bosques alto andinos muy conservados, sin evidencia antrópica, es sorprendente. Personalmente como biólogo es uno de los mejores bosques alto andinos en estado de conservación que he conocido en Colombia”, manifestó Jhon Alexander Sánchez, botánico quién hizo parte del equipo de trabajo del Herbario Federico Medem Bogotá de las Colecciones Biológicas del Instituto Humboldt.

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Ese bosque que dejó maravillado al investigador Sánchez está en lo profundo de la montaña a un costado del camino que conduce de Chita en Boyacá a Sácama en Casanare, entre el kilómetro 97 y 98. Una vía que atraviesa el páramo y que por momentos parece desolada. Sin dudas, una postal de la Colombia rural. Los únicos que acompañan el trayecto son los frailejones, las plantas del bosque alto andino y en cierto punto la famosa tienda de Los Venados que, para los conocedores de la ruta, es el lugar donde se recarga energía y el cuerpo se calienta con un tinto o una aguapanela.

En el recorrido a pie por entre la alta montaña el experto botánico fue identificando la vegetación característica del páramo, los arbustales y el bosque alto andino en uno de los sitios determinados para este trabajo. Allí el investigador determinó las formas de crecimiento de las plantas, realizó algunas recolectas de las mismas e hizo una serie de observaciones y tomas fotográficas. Su labor permite identificar zonas donde se encuentran las plantas de páramo y las de bosque. Los resultados de su investigación son insumo para obtener la FTBP.

flores de paramo
La recolección de plantas contribuye además a la generación de conocimiento sobre los páramos.


“El trabajo de la colección de plantas aporta al entendimiento de la ubicación de la franja transicional en la medida que da a conocer elementos propios del páramo y del bosque alto andino. Este trabajo nos va a permitir comprender cómo las plantas propias de cada zona se mezclan, algo que llamamos ecotonia. Cuando reconozco a partir de la colección e identificación botánica un elemento propio de la zona de vida de páramo, uno de la zona de vida del bosque y luego veo elementos que se mezclan, es ahí cuando puedo definir que es la transición entre ambas zonas”, agregó el botánico Sánchez, mientras tomaba los datos de ubicación, coordenadas y las características de las plantas recolectadas: su coloración, aroma, texturas, entre otros datos. Todo esto ahí mismo, en la montaña.

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En el páramo el clima es muy variable. Por momentos el cielo despejado y el sol radiante permiten ver todo el paisaje del territorio chitano, sin embargo, es común que a los pocos minutos irrumpa la espesa niebla y todo quede blanco, solo se ve la sombra de Sánchez y su equipo trabajando a unos pocos metros. Luego de la toma de datos, las plantas recolectadas son guardadas de forma metódica en papel periódico y bañadas en alcohol para preservarlas mientras son enviadas al herbario del Instituto Humboldt, en donde serán secadas en un horno durante 40 horas. Allí quedarán disponibles para consulta con toda su información asociada. Sin dudas, un proceso que contribuye a la generación de conocimiento sobre los páramos.

“Para mí es importante la labor que realizamos, entre otras razones, porque estamos aportando al catálogo de plantas de Colombia, que es una tarea titánica. Para mí visitar estas localidades y tener estos registros en herbarios que van a durar 100, 200 años, que van a quedar en la historia y van a poder ser revisados por otras personas y permitirán comprender cómo se distribuyen muchas especies es fundamental”, concluyó Sánchez.

muestras de paramo
A las muestras recolectadas se les tomaron datos de ubicación, coordenadas y las características de las plantas recolectadas. Foto: Julián Sáenz.


Pero el desafío de ubicar el ecosistema de páramo no termina con el trabajo que realizan los botánicos en campo y en el herbario. Está el reto de construir los mapas incluyendo una gran diversidad de información para la toma de decisiones.

Cristian Cruz-Rodríguez, es investigador del Instituto Humboldt y trabaja en el Programa de Evaluación y Monitoreo, su trabajo también aporta a la definición de la FTBP y a la generación de los mapas de páramo. Por medio de imágenes satelitales de alta precisión identifica los puntos en los que se encuentra el bosque alto andino y el páramo en el complejo de páramos de Pisba. Esa información, Cruz-Rodríguez la complementa con la obtenida por el botánico Sánchez y, además, la cruza con información ambiental como la temperatura, la precipitación, la forma del terreno e incluso con fuentes secundarias como lo son los artículos científicos de otros investigadores.

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“La metodología que nosotros usamos para identificar esa franja de transición se basa en entender que la vegetación tanto del páramo como del bosque alto andino tienen unas características que permiten su crecimiento y formación. Por ejemplo, los frailejones soportan ciertos niveles de humedad, de radiación y cambios abruptos de temperatura que no soportaría la vegetación del bosque alto andino”, explicó Cruz-Rodríguez, quien además agregó que para él, este trabajo es importante porque: “este ejercicio de identificar y aportar a lo que es la franja de transición para mí es valioso porque me lleva a entender cómo la generación de información puede servir en la toma de decisiones”.

Como resultado de este trabajo el Instituto Humboldt entregará un mapa en el que se indica donde está ubicado el páramo, un insumo que sirve para que el Ministerio de Ambiente delimite este ecosistema como dice la Ley. Sin embargo, es importante aclarar que las transiciones y las altitudes no son homogéneas ni dentro del mismo complejo de páramos ni entre los diferentes complejos. Todas según sus particularidades varían.

Los páramos de Chita, una oportunidad de encuentro y de diálogo

A 15 minutos del casco urbano de Chita, queda la vereda Chipa Centro. En ese lugar, en la Institución Educativa Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, el pasado 15 de julio se realizó un encuentro entre las comunidades de Chita y el Instituto Humboldt para hablar sobre cómo se realizaban los mapas de páramo.

Al encuentro llegaron más de 50 personas de las diferentes veredas del municipio, al principio un poco distantes y con varias prevenciones sobre el mapa. “Nosotros cuidamos el páramo porque el páramo nos da el agua, nos da para todas las actividades. Nuestra familia y ancestros han vivido acá y conocemos bien el páramo. Somos un pueblo pequeño que cuida el páramo y no lo daña ni con maquinaria ni con actividades mineras”, sentenció uno de los asistentes al encuentro mientras otro de los presentes levantaba una carpeta con documentos que certificaban la propiedad de su predio mientras decía que los chitanos llevan más de 200 años en el territorio.

Con esas prevenciones comenzó un espacio muy importante: el del diálogo y la escucha. Durante esa jornada las comunidades conocieron sobre los alcances del Instituto Humboldt en el proceso de delimitación y cómo la entidad realiza su trabajo. Pero tal vez, lo más importante, se les informó sobre cómo el resultado de la labor del Instituto Humboldt es un insumo para la toma de decisiones concertadas entre las diferentes instituciones que intervienen en el proceso de delimitación y las comunidades.

socialización en chitá
El Instituto Humboldt junto con los habitantes de Chita tuvieron un encuentro el pasado 15 de julio en el que el Instituto explicó su quehacer y atendió las inquietudes de la comunidad.


“Es necesario agregar que Pisba es el único complejo de páramo que no ha sido delimitado y que no contaba con un levantamiento de vegetación en campo para la identificación de la FTBP ni con un área de referencia a escala 1:25.000 como los demás complejos, lo que nos permitió levantar información en territorio como complemento a la identificada en el marco del proceso de delimitación”, dijo José Manual Ochoa, coordinador del programa de Evaluación y Monitoreo de la Biodiversidad.

Para Angie Fernanda Viracachá, personera del municipio de Chita estos espacios son propicios porque: “se escucha directamente al campesinado. Es mejor que las instituciones en el marco de sus funciones y competencias que le hayan sido conferidas puedan dar respuesta directa a los campesinos sobre su labor. Esos escenarios de participación son los que por excelencia deben primar en todos los territorios. Es importante que el campesinado conozca sobre cuáles son las funciones, en este caso, las del Instituto Humboldt en este proceso y su incidencia”.

La jornada que se llevó a cabo en la vereda Chipa Centro giró en torno a las preguntas, los comentarios y las inquietudes de las comunidades. El Instituto Humboldt dio respuesta a estas dudas y dio a conocer su quehacer en el marco de delimitación, así como sus métodos de trabajo.

cartografia con la comunidad
En el encuentro también se habló sobre la cartografía y cómo se realiza.


Sobre este encuentro, Camilo Rodríguez, investigador de la subdirección de Investigaciones del Instituto Humboldt explicó: “Estamos acercándonos a las comunidades para que conozcan el trabajo del Instituto Humboldt, propiciando un escenario que se basa en el diálogo. Quisimos hablar sobre la cartografía, lo que es de completo interés de ellos. El mapa lo han escuchado en diferentes escenarios y en ocasiones lo ven de manera reactiva, por eso es importante socializar este trabajo con ellos, acercar nuestro quehacer y entender la experiencia y conocimiento que ellos tienen sobre su territorio”.

En estos espacios se espera que las comunidades con sus conocimientos puedan aportar al proceso de espacialización, así como al resto de fases que se realizan en el proceso de delimitación de páramos de Pisba, que según el portal web Pisba Avanza son siete:
  1. Fase de convocatoria.
  2. Fase de información.
  3. Consulta e iniciativa.
  4. Concertación.
  5. Observaciones al proyecto de acto administrativo.
  6. Expedición de la resolución.
  7. Implementación de los acuerdos.


Por su parte, el alcalde de Chita, José Miguel Velandia manifestó que: “Es importante que las comunidades sean escuchadas, porque es en estos espacios donde las comunidades pueden despejar las dudas. Es importante que las instituciones vengan a resolver las dudas porque así los habitantes o ciudadanos toman confianza con las instituciones porque hay un diálogo directo. Donde las comunidades pueden proponer sus inquietudes y los habitantes ven a la cara a las personas que les van a poder dar respuesta”.

El encuentro que comenzó distante terminó convertido en un espacio de encuentro, de diálogo y escucha. La comunidad chitana durante los días del 22, 23 y 24 de agosto realizó sus propuestas en el marco de la fase de consulta. Mientras tanto el Instituto Humboldt continúa acompañando al Ministerio de Ambiente en los espacios convocados en el marco del proceso de delimitación para propiciar diálogos en los que explica su quehacer.

“Lo más importante que se lleva la comunidad, tal vez, es reconocer al Instituto Humboldt y su trabajo en este proceso. Que el Instituto muestre qué hace, cómo interpreta los páramos en el país y cómo aporta a su conservación y manejo participativo. Además, las comunidades se llevan una claridad sobre cómo se manejan los insumos espaciales, especialmente los del ecosistema de páramo. Esos dos elementos son fundamentales para todo lo que viene de aquí en adelante en términos del diálogo entre comunidades e institucionalidad y es bueno que el Instituto deje ese aporte”, concluyó Rodríguez.
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Nuevos datos sobre la tortuga sabanera o galápago llanero, un reptil único de la Orinoquia colombo-venezolana

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 18 de agosto de 2021

Nuevos datos sobre la tortuga sabanera o galápago llanero, un reptil único de la Orinoquia colombo-venezolana




Tortuga sabanera o galápago llanero (Podocnemis vogli) Río Dagua, Vichada. Foto: Mónica A. Morales-Betancourt


  • •  Durante cuatro meses, justo en la estación seca, cinco científicos evaluaron el uso del hábitat y las características poblacionales de 149 tortugas sabaneras o galápagos llaneros en la Reserva Natural Privada Bojonawi, ubicada en el Vichada.
  • •  Los investigadores evidenciaron que esta especie es abundante y parece ser generalista de ecosistemas como los grandes ríos y la planicie inundable, un hallazgo pionero en el estudio de este reptil endémico de Colombia y Venezuela.
  • •  Las hembras, que presentaron tamaños más grandes, marcaron la parada en la laguna El Pañuelo, mientras que los machos abundaron en las inmediaciones del río Orinoco.


Una tortuga pequeña, con un caparazón liso y aplanado de color café, un hocico puntiagudo, una cola corta y algunas manchas amarillas en su cabeza, permanece oculta en algunos cuerpos de agua de la cuenca del río Orinoco, un vasto ecosistema ubicado en la extensa Orinoquia colombo-venezolana y decorado por extensas sabanas y morichales.

La ciencia la nombró en 1935 como Podocnemis vogli, pero es más conocida como tortuga sabanera, galápago llanero, galapaguita o gurruña. Alcanza tamaños cercanos a los 30 centímetros y un peso de más de cuatro kilogramos, y todo indica que es un reptil omnívoro con preferencia por las plantas y semillas, aunque también come insectos, pequeños invertebrados, peces y carroña.

Es un animal único o endémico de Colombia y Venezuela. Según Carlos A. Lasso, investigador del programa de ciencias de la biodiversidad del Instituto Humboldt, en el territorio nacional ha sido reportada en un área de 304 kilómetros cuadrados, que abarca varias subcuencas del Orinoco como las de los ríos Arauca, Casanare, Guaviare, Meta, Tomo, Bita, Inírida y Vichada.

“En Colombia, las hembras anidan entre octubre y enero, en la sabana y durante el atardecer y la noche. Allí primero expulsan un líquido por la cloaca con el que humedecen el terreno, y luego cavan con las patas traseras, ponen los huevos, los tapan y sellan la entrada con la presión de su peso. Realizan tres posturas, donde alcanzan a poner 42 huevos que tardan más de tres meses en eclosionar”.

Según el libro “Biología y conservación de las tortugas continentales de Colombia” del Instituto Humboldt, en el país el galápago llanero está clasificado como una especie de menor preocupación debido a su aparente abundancia. Pero Lasso y otros investigadores han evidenciado que su población está disminuyendo en algunos lugares debido a la caza.


La ciencia la nombró en 1935 como Podocnemis vogli, pero es más conocida como tortuga sabanera, galápago llanero, galapaguita o gurruña. Cría, Reserva Natural Bojonawi, Vichada. Foto: Mónica A. Morales-Betancourt.


“Los habitantes de la Orinoquia la cazan durante dos épocas del año: en sus meses reproductivos y en la Semana Santa debido a la prohibición del consumo de carne roja. La disminución de las tortugas charapa (Podocnemis expansa) y terecay (Podocnemis unifilis) ha generado que se capturen más galápagos llaneros, mientras que los juveniles son capturados ocasionalmente para su venta como mascotas en el mercado”.

Aunque la tortuga sabanera es endémica de la Orinoquia colombo-venezolana, en el territorio nacional hay varios vacíos sobre su información, como observaciones puntuales de su alimentación, comportamiento, estructura de las poblaciones e historia natural.

“Recientemente se han realizado estudios sobre poblaciones colombianas relacionadas con crías en cautiverio, taxonomía y biometría. Sin embargo, en las últimas décadas no se han adelantado investigaciones centradas en el uso del hábitat o la demografía de esta especie, tampoco sobre genética, un tema de gran interés, apunta Lasso.

Sabaneras en una reserva

Con el objetivo de llenar los vacíos respecto el uso del hábitat y poblaciones de esta especie, cinco científicos se adentraron en lo más profundo de la Reserva Natural Privada de Bojonawi (BPNR), ubicada en el departamento de Vichada, entre el enero y abril de 2017, justo en la temporada reproductiva de la sabanera.

Ana M. Sepúlveda Seguro, Vivian P. Páez y Marley T. Gómez Rincón, del Grupo Herpetológico y la Universidad de Antioquia, y Mónica A. Morales Betancourt y Carlos A. Lasso del Instituto Humboldt, fueron los encargados de liderar el estudio, que también contó con el apoyo financiero y logístico de la Fundación Omacha.

“Bojonawi está dentro de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Natural Tuparro y la Reserva de la Biosfera de la Unesco. Es una reserva ubicada a 15 kilómetros al suroeste de de Puerto Carreño que está relativamente bien conservada y protegida, lo que nos permitió documentar aspectos sobre la población de la tortuga sabanera”, mencionó Lasso.

Los investigadores seleccionaron tres macrohábitats acuáticos de la reserva para estudiar a las sabaneras: el cauce principal del río Orinoco, la laguna El Pañuelo y el caño El Tesoro, ecosistemas separados por aproximadamente 1,5 kilómetros.

“Cada uno de estos lugares cuentan con diferentes características fisicoquímicas, niveles de sedimentación, nutrientes, flujo de corriente, transparencia del agua y profundidad, aspectos esenciales para estudiar mejor el uso del hábitat de las tortugas”, precisó el investigador del Humboldt.

Para analizar a las tortugas, los expertos utilizaron métodos como trampas de embudo, redes de trasmallo y captura manual.

“Hicimos tres muestreos en los macrohábitats seleccionados. En cada uno instalamos 15 trampas de embudo en lugares poco profundos cerca de los sitios donde las tortugas toman el sol, las cuales fueron cebadas con pescado, carne, maíz, plátano y racimos de hojas de chigo”, cita el estudio publicado en la revista Latinoamericana de Herpetología.

Algunas tortugas detectadas visualmente entre las nueve de la mañana y las 11 de la noche, fueron capturadas de forma manual. “En la laguna El Pañuelo, esta captura se realizó en agua poco profunda desde un pequeño bote y en el canal El Tesoro cuando algunas personas practicaban snorkel o buceo. Por medio de redes de trasmallo fueron capturadas varias tortugas en la laguna”.


Tortuga sabanera o galápago llanero (Podocnemis vogli) Caño Cristales, Meta. Foto: Mónica A. Morales-Betancourt


Más de un centenar

En Bojonawi fueron capturadas 149 tortugas sabaneras: tres jóvenes, tres varones subadultos, 34 hembras subadultas, 67 machos adultos y 42 hembras adultas. De este total, solo 11 fueron recapturadas.

81 tortugas fueron capturadas por medio de trampas de embudo, su mayoría en la laguna El Pañuelo. “No encontramos diferencias en las distribuciones de tamaño de las tortugas con estas trampas en los tres macrohábitats”, revela el estudio.

La captura manual arrojó 28 tortugas y 40 con la red de trasmallo en la laguna de El Pañuelo. Según los científicos, las proporciones de sexos difirieron entre los macrohábitats: abundancia de machos en el río Orinoco y de hembras en la laguna.

Lasso apunta que por primera vez se corroboró un marcado dimorfismo sexual en esta especie: las hembras capturadas fueron más pesadas, grandes y anchas que los machos, con un tamaño máximo de 30 centímetros y un peso corporal de tres kilogramos.

El libro de las tortugas continentales del Humboldt aseguraba que el dimorfismo sexual de esta especie era poco aparente, aparte de una mancha amarilla en el hocico de los machos. “En nuestro estudio el tamaño de las hembras fue mucho mayor: 30 centímetros frente a los 27 de los machos”.

Nueve hembras de 22 centímetros tenían huevos en diferentes etapas de calcificación. En cuanto a los recorridos de la especie, los expertos identificaron una distancia lineal media de 380 metros, siendo los machos los que se movieron más, hasta dos veces más que las hembras.

Todas las tortugas identificadas fueron marcadas, pesadas, medidas, sexadas y fotografiadas antes de su liberación en los hábitats naturales. El sexaje se determinó analizando la forma de la placa ósea anal, con una forma de "V" típica en las hembras y una "U" en los machos, quienes además cuentan manchas amarillas en la cabeza.

“Para este estudio inspeccionamos la reproducción de las hembras por medio de la ecografía de Bondway, que con una sonda examina la región inguinal para detectar la presencia de huevos en desarrollo”, dice el artículo de la revista Latinoamericana de Herpetología.


Todas las tortugas identificadas fueron marcadas, pesadas, medidas, sexadas y fotografiadas antes de su liberación en los hábitats naturales. Tortuga sabanera o galápago llanero (Podocnemis vogli) Río Tomo, PNN El Tuparro, Vichada. Foto: Mónica A. Morales-Betancourt


¿Qué dicen los resultados?

Para Lasso, Morales, Sepúlveda, Páez y Gómez, este estudio durante la temporada reproductiva de 2017 en la reserva no mostró una marcada segregación en términos de uso del macrohábitat para la tortuga sabanera.

“Otros estudios informan que esta especie tiene preferencia por lagunas y canales poco profundos, algo que no evidenciamos en este estudio. Esta discrepancia puede estar relacionada con causas como la época del año del trabajo de campo, los métodos de captura y el muestrear diferentes hábitats”.

Por ejemplo, por primera vez fue reportada una relativa abundancia de la especie en un cuerpo de agua grande como el río Orinoco, un hallazgo pionero en el estudio de esta tortuga en Colombia y Venezuela.

“Los estudios basados en otros métodos de muestreo no detectaron a esta tortuga en hábitats de aguas corrientes, lo que podría dar una impresión errónea de que evita grandes ríos. Esto se debe a que las otras investigaciones se realizaron en sitios como los llanos de piedemonte o llanuras inundadas estacionalmente, mientras que nuestro estudio fue en la planicie aluvial del río Orinoco.

Según Lasso, este estudio también es pionero en mostrar que en algunos lugares las tortugas sabaneras pueden estar presentes en cantidades sustanciales y grandes hábitats ribereños. “La especie es abundante dentro de la reserva y parece ser generalista de hábitats, incluyendo el uso de grandes ríos”.

Sin embargo, el investigador del Humboldt aclara que el bajo número de recapturas alcanzadas durante el reciente estudio, impidió la estimación de las densidades reales en cada macrohábitat.

Respecto a la preferencia de los machos por ecosistemas como el río Orinoco y de las hembras por la laguna, los expertos consideran que puede estar relacionada por los sitios ideales para la anidación de este último lugar.

“Las trampas de embudo capturaron con éxito tortugas de gran tamaño pero pocos juveniles. La red de trasmallo fue más eficiente, ya que solo en la laguna, durante seis horas de muestreo, capturamos aproximadamente 50 por ciento del número total de individuos muestreados, su mayoría juveniles y pocos adultos”.

Aunque la ciencia ha demostrado que esta tortuga está principalmente activa durante el día, el reciente estudio mostró por primera vez un forrajeo nocturno de la especie, hallazgo evidenciado por medio del método de captura manual.

Los cinco científicos concluyen que se necesita un monitoreo más extenso e intensivo para documentar las tasas específicas de supervivencia de las diferentes clases, detectabilidad y dinámica de la población.

“Un conocimiento básico de las características del ciclo de vida y la población es esencial para predecir cómo los cambios en la población debido a impactos naturales o humanos pueden afectar su distribución, uso del hábitat y permanencia”.


Tortuga sabanera o galápago llanero (Podocnemis vogli) Río Bita, sitio Ramsar, Vichada. Foto: Mónica A. Morales-Betancourt


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¿Cómo restaurar los páramos afectados por el pino pátula?

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 27 de julio de 2021

¿Cómo restaurar los páramos afectados por el pino pátula?




Las plantaciones forestales de especies exóticas como el pino Pinus patula, pueden generar limitaciones en la regeneración natural de la vegetación nativa de los páramos. Foto: Mauricio Aguilar.


  • •  Las plantaciones forestales de especies exóticas como el pino Pinus patula, pueden generar limitaciones en la regeneración natural de la vegetación nativa de los páramos.
  • •  Sin embargo, aún se desconocen las medidas de gestión necesarias para desarrollar un proceso de restauración ecológica exitoso en las zonas paramunas afectadas por plantaciones forestales de este árbol.
  • •  Tres investigadores del Instituto Humboldt y la Universidad de Nariño, hicieron varios experimentos y tratamientos en el páramo de Rabanal, ubicado en Boyacá, uno de los más perjudicados por este pino.
  • •  Eliminar los residuos post aprovechamiento forestal del pino pátula de los páramos incrementa la riqueza relativa de las especies nativas, ya que esta acción libera espacio sobre el suelo, proporcionando áreas donde las plantas nativas pueden llegar, germinar y establecerse.


Los páramos colombianos, reservorios hídricos que abarcan más de 2.9 millones de hectáreas y están distribuidos en 36 complejos, no se han salvado de la llegada de plantaciones forestales exóticas que han deteriorado sus recursos naturales.

Por ejemplo, en el páramo de Guacheneque, ubicado en el municipio de Villapinzón y donde nace cristalino el río Bogotá, fueron sembrados varios pinos en la década de los 90, árboles foráneos que no hacen parte de los ecosistemas de alta montaña del país y causaron una pérdida de vegetación nativa como los frailejones.

Estas especies exóticas generan transformaciones en los páramos andinos como: pérdida de la biodiversidad, acidificación de los suelos, alteración del régimen hídrico, disminución de oferta de hábitat para la fauna y una reducción de germinación, establecimiento y crecimiento de las plantas nativas.

Sin embargo, aún se desconoce la respuesta de los sitios paramunos después del aprovechamiento forestal de las especies exóticas. Este efecto ha sido estudiado en sabanas, bosques, ecosistemas costeros y piedemontes, donde se reportan procesos erosivos, inundaciones, alto riesgo de mortalidad sobre la vegetación e incendios.

Este panorama llevó a Edinson Sesquilé Escobar y Mauricio Aguilar Garavito (Instituto Humboldt) y Sebastián Ruiz Santacruz (Universidad de Nariño), a estudiar con mayor detalle cómo se puede realizar una restauración ecológica en las zonas paramunas afectadas por las plantaciones de pino pátula (Pinus patula).

Los investigadores realizaron experimentos dentro del Parque Natural Regional Páramo de Rabanal, área protegida del departamento de Boyacá que figura entre las más afectadas por la plantación de este pino. Por ejemplo, en el predio Peña de la Virgen, se aprovecharon estos árboles de la manera tradicional por más de 27 años.


Eliminar los residuos post aprovechamiento forestal del pino pátula de los páramos incrementa la riqueza relativa de las especies nativas, ya que esta acción libera espacio sobre el suelo, proporcionando áreas donde las plantas nativas pueden llegar, germinar y establecerse. Foto: Mauricio Aguilar




Dos áreas específicas dentro del páramo Rabanal, con cinco años y 10 años de post-tala de esta especie de pino, fueron los lugares seleccionados para realizar diversos ensayos como ver el los efectos en la eliminación de los residuos del aprovechamiento forestal del pino y la remoción de la vegetación preexistente.

“También analizamos cómo sería el panorama después del aprovechamiento forestal en cinco y 10 años; la aplicación de una enmienda orgánica al suelo; plantación del ciro, un arbusto nativo (Baccharis bogotensis); y los impactos sobre la riqueza de especies y la cobertura del estrato herbáceo en estas áreas de Rabanal”, cita el estudio publicado en la más reciente edición de la revista Biodiversidad en la práctica.

Esta investigación fue realizada en el marco del Proyecto “Páramos: Biodiversidad y Recursos Hídricos en los Andes del Norte”, que fue financiado por la Unión Europea y ejecutado por el Instituto Humboldt.

Experimentos

La primera área del páramo estudiada abarcó 2044 metros cuadrados y tenía plantaciones de pino con un tiempo de aprovechamiento de cinco años. La segunda fue de 656 metros cuadrados y árboles de esta especie aprovechados hace 10 años.

Los investigadores hicieron experimentos en un diseño factorial con bloques de parcelas en la primera zona, con los siguientes tratamientos: no aplicar ningún tratamiento, eliminar los residuos post-aprovechamiento forestal del pino (troncos, cortezas, ramas, palos, aserrín y acículas), la aplicación de enmienda orgánica al suelo y remover la vegetación preexistente.

En la segunda, los científicos experimentaron en zonas con plantaciones de pino y ciro Baccharis bogotensis, donde se realizaron tratamientos como eliminar o no los residuos del aprovechamiento.

“Hicimos un tercer experimento con el establecimiento de un nuevo set de bloques de parcelas establecidas en un área con 5 y 10 años post aprovechamiento forestal, dónde se utilizaron los mismos tratamientos que en las otras áreas”, cita el artículo de la revista del Instituto Humboldt .

En estas zonas, los expertos midieron índices como riqueza, abundancia y cobertura relativa de la vegetación herbácea y arbustiva, y establecieron 120 subparcelas para realizar la evaluación y seguimiento de las áreas experimentales.

El monitoreo a la vegetación en los tres experimentos dentro del páramo de Rabanal fue realizado en dos etapas: la primera entre octubre y noviembre de 2017, a 10 meses de los tratamientos, y la segunda en agosto de 2019, a los 30 meses.


Aunque eliminar los residuos de pino y remover la vegetación preexistente puede favorecer la riqueza de especies propias de páramo, esta acción conjunta no mejora el porcentaje de cobertura porque genera pérdida de vegetación. Foto: Mauricio Aguilar.


Resultados

Los investigadores evidenciaron que eliminar los residuos del aprovechamiento forestal del pino, no remover la vegetación preexistente y aplicar una enmienda orgánica al suelo, es un tratamiento adecuado para mejorar la riqueza relativa de especies en áreas con cinco años de post aprovechamiento forestal.

“Sin embargo, el solo hecho de eliminar los residuos del pino y no realizar ninguna otra acción, es un tratamiento básico que repercute en el incremento de la riqueza de especies”, revela el estudio.

Aunque evidenciaron una mayor cobertura de la vegetación en parcelas con el residuo del pino, los patrones de vegetación no son los mismos porque la cobertura es dominada por muy pocas especies herbáceas generalistas como Phytolacca bogotensis, y otras que no son necesariamente especies de páramo o nativas.

Por otra parte, las parcelas donde se eliminaron los residuos post aprovechamiento del pino están asociadas a especies propias del páramo, como Carex bonplandii, Espeletia argentea, Espeletiopsis rabanalensis (fraylejón endémico del páramo de Rabanal), Paspalum bonplandianum, Agrostis scrabifolia, Paepalanthus columbiensis, Arcytopllylum nitidum, entre otras.

“Hay un efecto positivo en eliminar los residuos del pino, aplicar enmienda orgánica y la combinación entre ambas acciones. Por lo tanto, estas acciones contribuyen al aumento de la cobertura de herbáceas, frailejones y arbustos nativos del páramo luego de cinco años de aprovechamiento forestal”, revelan los investigadores.

En los sitios con 10 años post aprovechamiento del pino, eliminar el residuo es clave para mejorar la riqueza relativa luego de 30 meses con una cobertura dominante de especies herbáceas, frailejones y rosetas de páramo.


Paepalanthus columbiensis, Foto: Mauricio Aguilar.


La gran conclusión del estudio es que eliminar o retirar los residuos del pino pátula de los páramos incrementa la riqueza relativa de las especies nativas. Esta acción libera espacio sobre el suelo, lo que proporciona una mayor área efectiva para que puedan llegar, germinar y establecerse los propágulos que se están dispersando. Además es una acción muy económica y que permite recuperar cierta parte del material vegetal que se deja en campo como residuo.

“Esta actividad de restauración puede ejercer efecto sobre la riqueza y la cobertura incluso 10 años después del aprovechamiento forestal. Corroboramos que las parcelas sin eliminación del residuo de pino tienen la menor riqueza de especies”.

Por otra parte, aunque eliminar los residuos de pino y remover la vegetación preexistente puede favorecer la riqueza de especies propias de páramo, esta acción conjunta no mejora el porcentaje de cobertura porque genera pérdida de vegetación.

“Las acciones de remoción de la vegetación en páramo deben focalizarse sólo en remover las gramíneas exóticas y otras plantas potencialmente invasoras, así como los residuos del aprovechamiento forestal”.

En los tratamientos donde se aplicó la enmienda orgánica al suelo, los investigadores evidenciaron una ligera mejora en cobertura y riqueza. “El Fertisol TM es un agregado que incentiva la formación radicular en las primeras etapas de crecimiento, aporta fosfatos, nitrógeno, fósforo, potasio, calcio y boro”.

La plantación de ciros (B. bogotensis) no presentó un efecto estadísticamente significativo ni en la riqueza o cobertura relativa, y además se evidenció el 100 % de mortalidad de los individuos sembrados, concluyendo que las condiciones actuales de este páramo no son aptas para plantar esta especie.

“Para las acciones de restauración que incluyan revegetación, se recomienda comprobar que las especies a plantar tengan los rangos ambientales del área experimental, sean del paisaje actual, cuenten con los atributos para superar las condiciones tensionantes y provengan de viveros ubicados de áreas cercanas y con condiciones de páramo”.

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Viveros comunitarios, aliados para restaurar los páramos de Colombia

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 16 de junio de 2021

Viveros comunitarios, aliados para restaurar los páramos de Colombia




Las bolsas deben llenarse antes de realizar el trasplante para asegurar que las plantas no duren mucho tiempo por fuera de la tierra. Foto: Ledy Trujillo


  • •  En cinco páramos del país, las comunidades locales se han encargado de propagar y sembrar especies de plantas nativas para después utilizarlas en procesos de restauración ecológica en sus ecosistemas de alta montaña.
  • •  Viveros de páramos para la restauración ecológica es una herramienta de consulta para la propagación de estas especies vegetales.
  • •  En esta nueva publicación encontrará los pasos para diseñar e implementar un vivero de páramo y lograr la propagación de plantas adecuadas para este territorio.


Cuando los páramos son sometidos a procesos de degradación continuos es necesario intervenir para acelerar o iniciar el proceso de recuperación. Una de las estrategias para la restauración de los ecosistemas es la revegetalización mediante la siembra de plantas que permitan restablecer la funcionalidad y los servicios que presta el páramo como la regulación hídrica y el almacenamiento de carbono del suelo, entre otros. Este manejo de la vegetación requiere de la propagación de plantas nativas, a través de lo que se conoce como viveros.

Los viveros son el lugar adecuado para propagar, multiplicar y lograr que las plantas que serán usadas en el proceso de siembra, se adapten y sobrevivan durante los primeros meses o años de crecimiento antes de ser llevadas al lugar en donde se plantarán definitivamente. Aunque pareciera que un vivero es fácil de mantener, estos deben ser creados pensando en las condiciones ambientales de su entorno y en las especies de plantas que requiere un proceso de restauración. Las plantas de alta montaña crecen muy lento debido a las bajas temperaturas, por lo que el tiempo transcurrido desde la germinación de las semillas hasta tener una plántula puede ser entre uno y cuatro años.

La implementación de acciones de restauración ecológica contribuye a la disminución de los efectos ocasionados por disturbios en el páramo como la ganadería, la agricultura, las plantaciones forestales de pino y eucalipto, así como la colonización de especies invasoras y la minería.

En las pasadas décadas se ha evidenciado la necesidad de desarrollar proyectos de restauración ecológica cada vez más integrales en donde se involucren viveros principalmente de plantas nativas de la alta montaña. Es por esto que el Instituto Humboldt por medio del Proyecto Páramos: Biodiversidad y Recursos Hídricos en los Andes del Norte financiado por la Unión Europea presenta la publicación Viveros de páramo para la restauración ecológica.


Plántula de Retrophyllum rospigliosii creciendo en un sustrato de cascarilla de arroz.
Foto: Ledy Trujillo. Archivo: Bosques & Semillas.


“Este libro es una construcción de conocimiento a través del intercambio de saberes entre investigadores y viveristas comunitarios, en el que se aborda el paso a paso a la hora de poner en marcha un vivero de alta montaña”, aseguró Patricia Velasco-Linares, directora de Bosques & Semillas y autora principal del libro.

Además, es una herramienta de consulta para los habitantes de los páramos, estudiantes, profesionales e investigadores enfocados a la propagación de especies nativas, con el objeto de mejorar las practicas de reproducción de plantas de alta montaña necesarias para la restauración de este ecosistema.

El Proyecto antes mencionado ha impulsado la labor de los viveristas comunitarios que, además de ser líderes locales en la protección de sus territorios y el mantenimiento de los servicios ecosistémicos, son emprendedores que lideran viveros de alta montaña como alternativa económica. Aquí compartimos algunas de sus historias:

Algunos rostros de la restauración ecológica de los páramos


Mireya Pérez

Vivero Guardianes de la Montaña, Batallón de Alta Montaña Nro. 2. Ejército Nacional, vereda Tobal, municipio El Espino, Boyacá.

El interés de Mireya por el viverismo nace de la curiosidad de saber cómo germinar frailejones. Pronto se convirtió en una pasión y en un camino de formación constante. Los cursos de viverismo tomados en el Proyecto Páramos cambiaron su perspectiva en relación con las actividades que venía desarrollando en el vivero.
Actualmente, quiere incursionar en los negocios verdes, estableciendo una red de viveros al interior del departamento de Boyacá enfocados en la propagación de especies vegetales de páramo.

Andrés Ospina

Vivero Asogrigan, vereda La Nevera, municipio de Palmira, Valle del Cauca.

La curiosidad de Andrés lo llevó a interesarse por aprender sobre las plantas frutales de clima frío y así empezar a ensayar la propagación. “Comenzamos con uchuvas y papayuelas. Pero también me interesaba conocer la mayor variedad de plantas posible, que pudieran servir de alimento para las personas, sobre todo en una región donde ya nadie siembra nada”. Luego, y con el espacio del vivero, empezó a hacer ensayos de propagación de plantas del bosque y del páramo, prestando atención a las especies y sus ciclos de reproducción.

Al ver que era posible propagar plantas del bosque, y dada la demanda de insumos para proyectos de restauración, vio una oportunidad para generar empleo remunerado pero, además, un espacio para reconocer el territorio y compartir experiencias con otros interesados.

Sus expectativas se centran en la propagación y cultivo de la diversidad de plantas del páramo y el bosque alto andino, para que puedan tener uso alimenticio, medicinal, forestal y estético. Además, se propone transformar dos hectáreas de potreros en un ecosistema que incluya una composición de plantas seleccionadas, para entender mejor el proceso de desarrollo en condiciones similares a las que se enfrentan en procesos de restauración.

Los viveros de páramo tienen la potencialidad no solo de suministrar material de calidad para la restauración ecológica, sino de ser centros de encuentro, educación ambiental y emprendimiento para las comunidades rurales.

El sueño de los viveristas de alta montaña es continuar con sus iniciativas que preservan estos ecosistemas claves en la lucha contra el cambio climático.

Descarga aquí Viveros de páramos para la restauración ecológica.



Las plantas se pueden agrupar por la forma en la que se desarrollan durante su ciclo de vida:

Rosetas con tallo: Las hojas se distribuyen de forma circular en el tallo, como es el caso típico de frailejones grandes. Rosetas sin tallo: Sus hojas también salen de forma circular, pero como no presentan tallo salen al nivel del suelo. Usualmente estas plantas tienen estructuras subterráneas, protegidas del frío donde almacenan agua y nutrientes. Arbustos: Plantas leñosas que alcanzan hasta los cinco metros de altura y se ramifican cerca de la base.

Arbolitos: Individuos leñosos con tallo claramente definido, que superan los cinco metros. Pueden formar pequeños bosques localmente.

Hierbas: Plantas de bajo porte, no leñosas o poco lignificadas, de manera que tienen consistencia blanda.

Bejucos o trepadoras: Plantas con un tallo largo y flexible que les permite crecer entre los árboles para alcanzar la luz. Pueden ser leñosas o herbáceas.

Bambusoides: Especies cuyas plantas tienen forma de bambú, lignificadas, de poca altura y clonales.

Cojines: Plantas que crecen a ras del suelo, forman un colchón o tapete que puede verse plano, convexo o semiesférico. Macollas: Las hojas son planas semejantes a penachos o grupos densos de tallos con hojas rígidas, puntiagudas, tubulares o enrolladas.

Para conocer más sobre las plantas de páramo puedes consultar Bitácora de Flora. Segunda edición.

Galería de Víveros


Preparando los esquejes de las plantas que se van a propagar.
Foto: Bosques & Semillas.



Siembra de semillas de plantas nativas en canaletas
Foto: John Bernal




Marcaje de plántulas con palillo que indica que ya se contabilizó su germinación.
Foto: John Bernal.

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Instituto Humboldt presenta claves para la gestión local de los páramos en Colombia

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Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 11 de mayo de 2021

Instituto Humboldt presenta claves para la gestión local de los páramos en Colombia



El manejo de los páramos ha dejado de ser un asunto meramente técnico y los pobladores exigen, con más fuerza, su participación en la toma de decisiones. Foto: Paola Sánchez (Instituto Humboldt).

  • •  Colombia alberga la mitad de los páramos del mundo, más de 2,9 millones de hectáreas distribuidas en 36 complejos de páramos
  • •  Si bien la administración de estos ecosistemas está a cargo de las Autoridades Ambientales, otros actores públicos, como alcaldes y gobernadores, también deben aportar y actuar de manera articulada con las comunidades
  • •  El Instituto Humboldt, en su publicación ‘Claves para la gestión local del páramo’, ofrece algunas recomendaciones para que los involucrados se vinculen en procesos de conservación, investigación, educación, restauración, reconversión productiva y gobernanza de estas esponjas hídricas desde lo local.


  • Los páramos son uno de los ecosistemas estratégicos del país, de ellos nacen las principales estrellas fluviales y abastecen de agua a 17 millones de personas, permiten el desarrollo de actividades agropecuarias e industriales en la región Andina, por lo que su adecuada gestión debe ser prioridad para las autoridades locales y departamentales.

    Más de 2,9 millones de hectáreas del territorio nacional, distribuidas en 36 complejos de páramos albergan estos reservorios hídricos. Estas cifras convierten a Colombia en el territorio con mayor extensión de páramos en el mundo, donde está concentrada la mitad de estos ecosistemas.

    De los 1.123 municipios del país, 400 tienen jurisdicción en los páramos. De este total, 10 cuentan con más del 70% de su área. Esto indica que es necesario adaptar las directrices nacionales a las realidades locales, construyendo con las instituciones y sus habitantes formas de acercarse a los territorios.

    Según datos de la ‘Caracterización poblacional de áreas de páramo’ del DANE, publicada en 2018, se estima que en los páramos habitan al menos 76.218 personas. Sin embargo, la población que deriva su sustento de este ecosistema es de 113.114, entre trabajadores permanentes y temporales.

    El proyecto Páramos: Biodiversidad y Recursos Hídricos en los Andes del Norte, coordinado por el Instituto Humboldt y financiado por la Unión Europea, da a conocer una nueva publicación sobre su adecuada gestión en la que se ofrecen recomendaciones y destaca los aprendizajes de cinco años de acompañamiento en la gestión a 11 Corporaciones Autónomas Regionales y 50 entes territoriales vinculados al Proyecto.

    Algunas de las claves son: desarrollar procesos de conservación, investigación, educación, restauración, reconversión productiva y gobernanza de estos ecosistemas estratégicos desde lo local.

    De acuerdo con la publicación, resulta determinante conocer cuáles son las fuentes financieras disponibles para la puesta en marcha de estrategias de gestión del páramo y cómo se pueden articular para tener un mayor alcance entre varias instituciones.



    Los páramos son el hogar de comunidades étnicas y locales como indígenas, afrocolombianos y campesinos, lo que genera una diversidad de usos y costumbres frente al ecosistema. Foto: Corporación Autónoma del Valle del Cauca (CVC).



    Es de suma importancia incluir a las comunidades locales mediante acuerdos voluntarios de conservación, pago por servicios ambientales y alternativas económicas sostenibles como los negocios verdes que se consolidan como una opción para reemplazar y sustituir actividades agropecuarias de alto impacto.

    ‘Claves para la gestión del páramo’ precisa que se deben priorizar programas de educación ambiental que sensibilicen a los habitantes sobre la importancia del ecosistema y complementar los programas de reconversión de actividades agroproductivas mediante la asistencia técnica.

    “Las medidas que se lleven a cabo en los páramos solo tendrán el impacto esperado si se logra llegar a los territorios de manera articulada y con una visión a largo plazo, que plantee una continuación entre periodos de gobierno y logrando convocar a los entes territoriales, los habitantes rurales y urbanos y el sector privado”, manifestó Hernando García, director del Instituto Humboldt.



    En los páramos colombianos se han identificado al menos 90 especies de anfibios. Una de ellas es Pristimantis boulengeri, registrada en el complejo Las Hermosas, Valle del Cauca. Foto: Sebastián Duarte Martín.



    Aunque la administración de estos complejos está a cargo de las Autoridades Ambientales, otros actores públicos también deben aportar y actuar de manera articulada. En este escenario, los alcaldes y gobernadores cumplen un papel fundamental en su gestión.

    Páramos: ecosistemas estratégicos

    Los páramos colombianos abastecen de agua a 17 millones de personas y permiten el desarrollo de actividades agropecuarias e industriales en la región Andina, por lo que su adecuada gestión debe ser prioridad para las autoridades locales y departamentales. También agua en cantidad y calidad a 16 de las principales ciudades del país como Bogotá, Cali, Medellín, Pasto, Neiva, Manizales, Bucaramanga, Pereira, entre otros. Y además nutren a 73 hidroeléctricas.

    En estos ecosistemas se encuentran cerca de 4.000 especies de plantas (734 son endémicas), 70 de mamíferos, 154 de aves y 90 de anfibios. La diversidad de plantas representa el 17 % de la diversidad florística de Colombia, concentrada en apenas 2,5% del territorio nacional. Cuando los páramos son transformados se ven afectadas las especies emblemáticas como el oso de anteojos, la danta o el puma, y los beneficios que estos ecosistemas le prestan a la sociedad.



    Ubicación: Gámeza, Boyacá. Complejo de páramo de Pisba. Foto: Camilo Rodríguez



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    Primer diálogo virtual con las comunidades del Pacífico: un homenaje a Juana Perea

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    Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 26 de marzo de 2021

    Primer diálogo virtual con las comunidades del Pacífico: un homenaje a Juana Perea




    El Instituto Humboldt realizó el primer diálogo de saberes sobre biodiversidad con las comunidades del Pacífico de manera virtual debido a la pandemia del coronavirus. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).


    Corrían los primeros días de diciembre de 2019. Mientras la mayoría de los colombianos armaban sus árboles de Navidad y le daban forma al pesebre para rezar la Novena de Aguinaldos, Carolina Soto, Sindy Martínez y Talia Waldron investigadoras del Instituto Humboldt, tenían la mente en el Pacífico colombiano, una de las regiones más biodiversas y a su vez olvidadas del país.

    Las tres investigadoras soñaban con escuchar las voces e historias de varias de las comunidades y líderes ambientales y sociales del Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño que han dedicado sus vidas a cuidar los recursos naturales, además de recorrer los diversos ecosistemas que alberga la zona más lluviosa del territorio nacional, como las selvas húmedas y los manglares.


    El Pacífico colombiano es una de las regiones más biodiversas del país que alberga la zona más lluviosa del territorio nacional. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).


    “El propósito era visitar la región para realizar un diálogo de saberes sobre biodiversidad con las comunidades del Pacífico y varios talleres para realizar un proceso de fortalecimiento de capacidades en ciencia participativa. Nos imaginábamos estar en diversos sitios conversando largas horas con la gente de la región”, aseguran las investigadoras de ciencia participativa del Humboldt.

    El primer paso fue crear una ruta de trabajo con el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP) para identificar las comunidades y los escenarios de los diálogos, que en su inicio no fueron concebidos como los tradicionales salones de clase sino como aulas abiertas en el bosque.

    “Convocar a las personas fue todo un reto, ya que nunca habíamos realizado un diálogo de saberes en el Pacífico. Además de incontables llamadas a conocidos que han trabajado en la región, como WWF, lanzamos piezas de comunicación en redes sociales para convocar a la gente y que se inscribiera en un formulario. Queríamos contar tanto con personas del Chocó como de los otros departamentos”, recuerda Soto.


    Mientras las investigadoras cuadraban detalles para el primer diálogo de saberes con las comunidades del Pacífico, la pandemia hizo tambalear el evento. Fuente: Instituto Humboldt.


    Llega la pandemia

    Durante los primeros meses de 2020, Soto y Martínez, con el apoyo de otros investigadores del Humboldt, estuvieron dedicadas de lleno a identificar a las comunidades y pensar en los posibles escenarios para realizar los encuentros presenciales sobre biodiversidad.

    A finales de marzo, el esquema original de los eventos y talleres se vino al piso por la llegada del covid-19 a Colombia y las medidas del Gobierno para contener los contagios, como el inicio de la cuarentena obligatoria a nivel nacional.

    “La pandemia nos hizo replantear todo, ya que éramos conscientes que un evento presencial con las comunidades en el Pacífico sería casi que imposible y un gran riesgo para todos. Los diálogos debían ser virtuales, algo que es bastante complicado en una región donde el acceso a internet y los medios de comunicación son escasos”, precisan las investigadoras.


    Las investigadoras soñaban con escuchar las voces e historias de varias de las comunidades y líderes ambientales y sociales del Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).


    El coronavirus no desmotivó a las expertas para escuchar los relatos biodiversos de los habitantes del Pacífico. Con la meta de realizar tres talleres a finales de noviembre, siguieron en la búsqueda de las comunidades y empezaron a buscar alternativas para que la población pudiera conectarse a través de sus celulares o computadores.

    “Como ya teníamos claro que no íbamos a ir a terreno, decidimos invertir esos recursos en estrategias que permitieran garantizar el acceso a internet de las comunidades. Talia, una de nuestras investigadoras en ciencia participativa, tuvo la brillante idea de destinar dinero para la compra de recargas de internet”, dijo Soto.

    La seguridad de la población era uno de los problemas que les robaba horas de sueño a las biólogas. “Estábamos haciendo una convocatoria para líderes en una región con graves conflictos socioambientales, como el caso de la construcción del puerto de Tribugá en Nuquí (Chocó)”, complementó la experta.

    Juana Perea, la primera en confirmar

    A pesar de la zozobra por la inseguridad de la zona y lo novedoso de un evento virtual, las investigadoras siguieron difundiendo el formulario de inscripción con sus conocidos y por medio de las redes sociales. La fecha del diálogo de saberes sobre biodiversidad quedó para los días 11, 18 y 25 de noviembre.

    Juana Perea, una colombo-española que estaba radicada hace dos años en el municipio de Nuquí (Chocó), donde trabajaba en temas como el ecoturismo y alzaba su voz en contra de la construcción del puerto de Tribugá, fue la primera en inscribirse en el formulario del diálogo de saberes del Humboldt.


    La pandemia no desmotivó a que Carolina Soto (izquierda) y Sindy Martínez (derecha) escucharan las historias sobre biodiversidad de las comunidades del Pacífico. Foto: archivo particular Carolina Soto y Sindy Martínez.


    “Nos llenó de alegría ver el nombre de Juana en el formulario, ya que sabíamos del trabajo que realizaba con las comunidades del Pacífico y su lucha por la protección de la naturaleza. Su inscripción llegó a mediados del mes de octubre”, recuerdan ambas con nostalgia.

    El correo de Juana motivó mucho más a las investigadoras. Según Martínez, decía que, aunque no era chocoana, se sentía como si lo fuera. “Nos dijo que quería hacer de Nuquí una región sostenible a través del trabajo con las comunidades, por lo cual creía que nuestros talleres le iban a servir mucho en su proyecto”.

    Días después, Martínez le envió un correo a Perea confirmando que había sido seleccionada para participar en el diálogo de saberes, el cual nunca pudo ser contestado. El 29 de octubre, el cuerpo de la mujer de 50 años fue encontrado sin vida a orillas del mar por un disparo en su cabeza.


    Aunque la pandemia evitó que las investigadoras fueran a campo a recorrer las selvas húmedas, la virtualidad permitió que realizarán el primer diálogo de saberes en el Pacífico. Foto: Jhon Barros (Instituto Humboldt).


    “Sindy me escribió al celular en la noche. Cuando vi una carita triste con lágrimas me imaginé que había problemas de logística, pero cuando me contó que Juana había sido asesinada enseguida me puse a llorar. Fue un golpe muy duro para todos los que trabajamos por la naturaleza”, afirma Soto.

    Con el corazón adolorido por el asesinato de Juana Perea, las biólogas decidieron rendirle un homenaje a la líder ambiental a través por medio del diálogo de saberes.

    “Esta tragedia nos hizo reflexionar sobre la seguridad de los líderes ambientales que querían participar en el encuentro, los cuales día a día arriesgan sus vidas para defender los recursos naturales del Pacífico”, dijo Sindy.


    Juana Perea, líder ambiental que se opuso a la construcción del puerto de Tribugá, fue la primera en inscribirse en el diálogo de saberes del Instituto Humboldt. Foto: Facebook Juana Perea.


    Participación masiva

    Martínez, Soto y Waldrón definieron un tope de personas para el diálogo de saberes: máximo 30 líderes ambientales de los departamentos del Pacífico, una cifra ambiciosa debido a los problemas de conectividad y seguridad.

    “Al comienzo teníamos dudas de que la comunidad participara. Pero pasó todo lo contrario, ya que la convocatoria superó el número trazado, más de 50 personas entre afrodescendientes, indígenas y campesinos”.

    Sin embargo, debido a lo complejo de la virtualidad y el miedo por la seguridad, seleccionaron solo 30. “Muchos nos decían que estaban dispuestos a desplazarse hasta sitios como Quibdó para conectarse, pero no podíamos correr el riesgo de que algo malo pasara”, apuntó Soto.


    30 líderes ambientales de los departamentos del Pacífico se inscribieron en el diálogo de saberes sobre biodiversidad. Fotos: Instituto Humboldt.


    Los 30 líderes ambientales seleccionados habitan en 12 municipios del Pacífico: Bahía Solano, Bajo Baudó, Buenaventura, Dagua, Juradó, Lloró, Medio Atrato, Nuquí, Quibdó, Riosucio, Timbiquí y Tumaco.

    El diálogo de saberes se dividió en tres módulos: el primero sobre lo que es la ciencia participativa, el segundo de inventarios participativos y el tercero de monitoreo participativo como una estrategia de gestión del territorio.

    “Quedamos sorprendidas con las ganas de la comunidad por participar. Por ejemplo, Anderson, un chocoano amante de la naturaleza, asistió a las clases con su bebé en brazos, y una vez nos mostró con el celular cómo se había inundado su casa por los fuertes aguaceros de noviembre; parecía un río”, comenta Soto.


    Por un grupo de WhatsApp, las comunidades del Pacífico enviaban fotografías de sus territorios. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    La lluvia fue uno de los comunes denominadores durante los tres días del diálogo. Según Martínez, la gente decía a través de su celular o portátiles que llevaban tres semanas inundados, “pero aquí estamos para aprender”.

    Un grupo de WhatsApp fue el principal medio de comunicación para difundir la agenda de los talleres y conocer un poco más sobre la vida de los participantes. “Durante todo noviembre nos conocimos a través del celular”.

    Rompiendo barreras

    Los diálogos de saberes sobre biodiversidad del Instituto Humboldt distan de las clases magistrales de los colegios y universidades, ya que las comunidades son las protagonistas y las que más conocen sobre los ecosistemas.

    “Son espacios donde el diálogo siempre está abierto para que cuenten sus experiencias y formas de pensar. Los investigadores no tenemos el objetivo de evangelizar a los participantes, sino de aprender de su conocimiento; la gente nos da sopa y seco, son increíbles”, anota Soto.


    Las comunidades hablaron de la biodiversidad presente en los principales platos típicos de la región. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    Por ejemplo, en uno de los talleres del encuentro virtual, que fue realizado a través de la plataforma Zoom, un grupo de profesores alzó su voz porque no escuchaban nada de las charlas e intervenciones de los demás.

    “Eran tres maestros de Timbiquí conectados en un solo celular que tenían problemas de audio por los audífonos. Les dimos la palabra a Domansio, Licenia y Marila, quienes nos contaron todo lo que están haciendo con los estudiantes para que se enamoren de la naturaleza”, dice Sindy.

    ¿Qué es la ciencia participativa?

    Cuando la conexión era buena, los 30 líderes ambientales prendían la cámara para mostrar sus rostros sonrientes. “Así lo hicieron todos antes del inicio de los talleres. Para romper el hielo, les dijimos que nos contaran sobre los platos típicos en cada una de sus regiones”, afirma Martínez.

    La comida tradicional causó una algarabía en el encuentro virtual porque todos querían intervenir. “Con la comida entra cualquiera y se rompe la timidez. Esto saca tanto sonrisas como experiencias e historias, ya que cada plato representa la biodiversidad de las regiones. El chontaduro y el pescado fueron protagonistas en este ejercicio”.


    Los habitantes del Pacífico también mostraron varias especies de animales que habitan cerca de sus viviendas. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    Con la timidez en el olvido, las expertas dieron inicio al primer taller del diálogo de saberes, que empezó con preguntarle a la comunidad a qué les sonaba el término de ciencia participativa.

    A la mayoría les sonaba a conocimiento y construcción, pero ninguno lo aterrizaba. María Paz, una docente de Bahía Málaga en Buenaventura, tomó la vocería y nos contó una experiencia cien por ciento enmarcada en ciencia participativa.

    “Esta mujer lleva años trabajando con niños y jóvenes en el monitoreo comunitario de tortugas y piangua, una concha que crece debajo de los mangles y que en el Pacífico solo es cosechada por las mujeres. Cuando terminó le dijimos que eso es ciencia participativa, algo que dejó perplejos a los participantes porque todos de alguna manera lo han realizado”, dice Sindy.


    Varios proyectos que tienen a la biodiversidad como protagonista, fueron presentados por las comunidades del Pacífico. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    El intercambio de platos típicos y acciones de ciencia participativa duró aproximadamente tres horas, un espacio en donde las comunidades empezaron a construir lazos para trabajar mancomunadamente.

    “Algo muy bonito del primer taller es que la comunidad empezó a enlazar sus proyectos con los de los demás, una sinergia que podría arrojar trabajos a futuro. Algo que les llamó mucho la atención fue el cultivo de naidí que algunas poblaciones trabajan desde hace varios años”, menciona Soto.

    Al final del primer taller, las investigadoras del Humboldt les pusieron una tarea a los participantes: tomar fotografías de alguna especie o un ecosistema cercano a sus casas, la cual debía ser enviada al grupo de WhatsApp.


    Foto 13: La comunidad del Pacífico es una gran conocedora de la biodiversidad de su región. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    Biodiversidad en el plato

    Durante toda una semana, las comunidades del Pacífico inundaron el chat grupal con imágenes de la vasta biodiversidad que habita cerca de sus viviendas. “Fotos de rayas, tortugas marinas, armadillos y el naidí mandaron la parada, las cuales sorprendieron a todos porque muchas no las conocían”, dice Martínez.

    Según Soto, este ejercicio fue el abrebocas para empezar a hablar de los inventarios participativos. “Primero les presentamos algunas cifras de la biodiversidad de la región, los datos de los BioModelos del Humboldt e incluso un mapa de vacíos de información en la región, de diferentes grupos biológicos”.


    En el diálogo de saberes, las comunidades escribieron sobre la biodiversidad que conforma los platos típicos de sus municipios. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    La comunidad empezó a charlar sobre la flora y fauna presente en cada una de las regiones. “Resaltaron que los principales investigadores de la biodiversidad son las comunidades, algo que se complementa con el trabajo de los investigadores”.

    La biodiversidad en los platos típicos fue retomada en el segundo taller a través de un ejercicio que consistió en desmenuzar detalladamente lo que conforma una de sus comidas más tradicionales: el encocado de camarones.

    “Klaudia Cárdenas, antropóloga del Humboldt, les mostró una foto de langostinos con plátano y hierbas de azotea, bañados con leche de coco (Camarón munchillá) para que los participantes compartieran de dónde venían los recursos para preparar el plato y describieran los espacios de uso”.


    Con los platos típicos es posible construir inventarios de biodiversidad. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    Según Soto, el mensaje de Klaudia era: “un plato nos permite hablar de la cultura, de los recursos, de las prácticas, de los espacios de uso, de las festividades y de los medios de vida de las personas de nuestras comunidades. Por esto debemos ser conscientes y responsables de lo elegimos para comer, porque desde esta decisión estamos transformando nuestros modos de vida y nuestros paisajes. La fuerza de la boca transforma los paisajes”.

    La nueva tarea fue dibujar todo el proceso que conlleva preparar un plato típico, desde que son extraídos los ingredientes hasta que está servido en la mesa. “Dibujaron plátanos, pescados, camarones y las hierbas para sazonarlos. La profesora María Paz fue una de las más juiciosas, ya que dibujó hasta las artes de pesca en su municipio”, complementó Martínez.


    La cocina es una perfecta representación de la biodiversidad que encontramos en los diferentes ecosistemas del país. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    Las expertas recuerdan la descripción de un ceviche típico del Pacífico. “El plato contiene biodiversidad como el camarón mochila que se captura con ganchos artesanales; plátano que crece en la sombra; hierbas, condimentos, cilantro, orégano y poleo, especies que las matronas siembran en las azoteas; y verduras, cebolla, ajo y coco”.

    Para Soto, luego de estos relatos las comunidades empezaban a cuestionarse sobre varios aspectos de los ingredientes, como que el plátano no es de la región o que algunos recursos están sobreutilizados. “Fue muy bonito ver cómo desde la cocina podemos meternos en el mundo de los inventarios y hacer un rastreo de la biodiversidad y la cultura de la zona”.

    Monitoreos desde la nevera

    El último día del diálogo de saberes, realizado el 25 de noviembre, estuvo enfocado en el monitoreo participativo de la biodiversidad, un tema que las investigadoras también abordaron a través de los alimentos que hay en la cocina.

    “Arrancamos con hacer un inventario de lo que tenemos en las neveras, un ejercicio que revela aspectos como cada cuánto debo hacer mercado, ir al río o a la selva por alimentos y los recursos que me hacen falta para preparar la comida y por qué está escaseando”, menciona Martínez.


    Varios habitantes del Pacífico ya realizan monitoreos de la biodiversidad con las comunidades. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    Las biólogas, con el apoyo virtual de Yenifer Herrera otra experta del Humboldt, contaron varias experiencias de monitoreo comunitario, como en el bosque seco tropical de los Montes de María en el Caribe donde la comunidad trabaja con aves y cultivos.

    “Las comunidades del Pacífico afirmaron que ya trabajan en monitoreos comunitarios de especies como el naidí y la piangua, y en algunos proyectos de ecoturismo con las aves que habitan en la región”, recalca Soto.

    Los tres talleres fueron realizados los días miércoles, fechas en las que algunas comunidades no podían asistir debido al trabajo o compromisos familiares. “No podíamos quedar mal con la gente, como algunos miembros de los Guardianes del Atrato, por lo cual decidimos cuadrar un combo para dos sábados, una versión compacta del diálogo de saberes”.

    En esas jornadas extra apareció una profesora de la Universidad del Valle con un proyecto de monitoreo comunitario sobre insectos enfocado en enfermedades tropicales. “Un profesor de Dagua se conectó desde un bus en las charlas, algo que nos demostró el gran interés que tienen las comunidades por ser escuchadas”.


    Los participantes evidenciaron que cada uno de los platos típicos reúne gran parte de la biodiversidad del Pacífico. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    Cosechas biodiversas

    El 2 de diciembre, los 30 líderes ambientales del Pacífico participaron en un intercambio de experiencias sobre los tres días del diálogo de saberes, algo que Soto y Martínez definen como una sesión de cosecha, es decir lo que recoges y te llevas.

    “Dialogamos sobre cuál fue la cosecha de este encuentro y las semillas que arrojó. La comunidad concluyó que siguiéramos con el chat grupal para seguir intercambiando información sobre la biodiversidad, y así en el futuro poder cocrear proyectos de ciencia ciudadana”.

    Reconocieron que la defensa de los recursos naturales del territorio debe ser una prioridad, pero no hay muchas garantías para el trabajo de los líderes por los problemas de inseguridad que hay en todo el país.


    En varios escritos, las comunidades plasmaron lo que representa la biodiversidad para cada uno de ellos. Fotos: participantes del diálogo de saberes.


    “Les encantó conocer cosas de su propio territorio a través de las historias de sus compañeros, por lo cual forjaron lazos que se están convirtiendo en una red comunitaria. El ponerle nombre a lo que hacen les permitió saber que llevan años haciendo ciencia, pero recalcaron en que su trabajo es poco valorado”.

    Las comunidades del Pacífico aseguraron que se llevaban muchos conocimientos sobre la investigación participativa y que todo se debería hacer en trabajo de equipo. “Hicieron énfasis en que el Instituto Humboldt puede ser la sombrilla para seguir conectados y que esperan participar en otros encuentros que sean presenciales cuando mejore la situación de salud pública.

    Todos los participantes recibieron un kit de regalo de parte del Instituto Humboldt como reconocimiento a todas las experiencias contadas, que incluyó la publicación impresa del Animalario, una agenda, una botella de aluminio y una bolsa de tela.


    Los participantes recibieron un kit de regalo que incluyó la publicación impresa del Animalario, una agenda, una botella de aluminio y una bolsa de tela. Foto: Instituto Humboldt.


    Para las biólogas, las principales lecciones vinieron por parte de las comunidades. “No solo en todo el conocimiento que tienen sobre biodiversidad, sino en esas ganas de sacar a flote sus iniciativas a pesar de las adversidades. La sonrisa de la gente del Pacífico no se marchita”.

    En el corto tiempo, las investigadoras del Humboldt tienen pensado hacer una publicación con todas las historias recopiladas en este diálogo de saberes, un documento con crónicas, imágenes, fotografías y relatos biodiversos.

    “En el repositorio del Humboldt están publicadas las memorias del evento, pero queremos ir mucho más allá y llevarles la publicación didáctica a las comunidades del Pacífico, donde sin lugar a duda vamos a seguir trabajando. Las 30 personas del diálogo serán nuestros investigadores potenciales”.
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    Instituto Humboldt lanza bitácora de las plantas que embellecen los páramos de Colombia

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    Por: Prensa Instituto Humboldt | Bogotá D.C., 19 de marzo de 2021

    Instituto Humboldt lanza bitácora de las plantas que embellecen los páramos de Colombia




    El Senecio formosoides, más conocido como “Arnina”, es una hierba de hasta un metro de altura con flores fucsias y violetas.


    Además de los emblemáticos frailejones, en los páramos de Colombia habitan cerca de 4.000 especies de plantas, una magia biodiversa que corresponde al 15 por ciento del total de especies registradas en el territorio nacional.

    Sin embargo, reconocer las plantas del páramo no es una tarea sencilla, por lo cual el Instituto Humboldt elaboró una herramienta de fácil consulta y acceso para que aficionados, expertos y ciudadanía puedan acercarse más al universo de la botánica.

    Se trata de la segunda edición de la Bitácora de Flora de los páramos colombianos, una guía visual de esos cuadernos en donde los científicos anotan avistamientos de especies, características del espacio, los objetos que están analizando o incluso como una guía de datos e ideas para sus investigaciones.

    En este caso, en la Bitácora de Flora se presentan fichas con información sobre las diversas plantas de páramo, sus formas de crecimiento, familia, especie, autor que describió la planta por primera vez, nombre común con el que se conocen en los territorios, una breve descripción física que permite hacer la correcta identificación, su distribución geográfica y categoría de amenaza - un dato adicional para esta edición.

    Según Hermando García Martinez, director del Instituto Humboldt, esta guía es un insumo clave para consulta de investigadores, autoridades ambientales, turistas y población local interesada en profundizar su conocimiento acerca de la flora del páramo, su distribución e interacción con otras plantas y animales.

    "Incluye además las principales especies de plantas invasoras, con el ánimo de que sus usuarios puedan dar alertas tempranas sobre su presencia e iniciar las labores de control y posterior mantenimiento de la regeneración vegetativa".


    Roseta acaule (Paepalanthus lindenii) con inflorescencias alargadas y flores de color blanco, grisáceo. Foto :César Marín


    Las plantas de páramo, por las bajas temperaturas y alta radiación solar, han desarrollado estrategias de adaptación como vellosidades para mantener el calor y reducir la pérdida de humedad, así como la producción de ceras o pequeñas escamas.

    "La mayoría tiene hojas pequeñas y rígidas y son comunes las formas como rosetas o individuos leñosos, muy eficientes al capturar la niebla e infiltrar el agua que va a alimentar los nacimientos de quebradas y ríos de las que se surten poblaciones que habitan en las partes bajas de la montaña", precisó García.

    Esta biodiversidad se ve amenazada a escala local, principalmente por la expansión de la frontera agrícola, la minería, la aplicación de agroquímicos, la introducción de especies de plantas invasoras como el pino, la acacia, el retamo, y por fenómenos globales como el incremento de temperaturas debido al calentamiento global.


    Retamo liso o blanco (Genista monspessulana) es una arbusto de hasta tres metros de alto que se le conoce como una especie invasora por su rápido crecimiento y expansión que inhibe el desarrollo de las plantas nativas. Foto: César Marín


    ¿Cómo se usa la Bitácora de Flora ?

    La bitácora está disponible para descarga libre en el portal del Repositorio del Instituto Humboldt; puede visualizarse sin ningún problema en el celular o tableta y así llevarla en las salidas al páramo.

    En su versión impresa, la Bitácora de Flora, segunda edición, cuenta con un pequeño cuadro de texto en el que se puede hacer anotaciones para que luego el usuario pueda retomarlas en casa y complementar los datos que obtuvo en campo.

    Para ampliar esta información y conocer la guía de lectura, haz clic en este enlace “Paso a paso de Bitácora de Flora”



    “Esperamos que esta publicación siga contribuyendo a una mayor apropiación social de este ecosistema y a qué todos los interesados, especialistas y aficionados se enamoren del páramo. Esperamos que esta guía se convierta en una herramienta útil para los diferentes actores que trabajan en pro de su conservación y desarrollo sostenible”, dijo César Marín, autor de la Bitácora de Flora.

    Esta segunda edición fue lanzada con el apoyo del proyecto Páramos: Biodiversidad y Recursos Hídricos en los Andes del Norte, financiado por la Unión Europea y coordinado por el Instituto Humboldt.

    Para consultar y descargar esta publicación haga clic en el enlace “Guía Visual de Plantas de Páramos. Segunda edición”.
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