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Reservas de la sociedad civil: aliados en la recuperación de los bosques en Choachí, Cundinamarca
Reservas de la sociedad civil: aliados en la recuperación de los bosques en Choachí, Cundinamarca
autor
Alejandro Hernández y Julián Sáenz
publicación
1.10.21

Un trabajo que se realiza bajo el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”.

  • El Instituto Humboldt, Bosques & Semillas y la Red Tasqua se pusieron como meta la siembra de 10.000 árboles para la conservación y restauración del bosque alto andino. Un trabajo que se realiza bajo el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”.



Doña Martha Díaz es una berraca. A sus 57 años se dio a la tarea de restaurar su predio de tres y medio hectáreas, ubicado en una de las montañas adyacentes a Choachí (Cundinamarca). Un terreno que años atrás, antes de su llegada, era alquilado para la ganadería, el cultivo de papa y el de gladiolo.

Lo que comenzó como un sueño para retribuir algo a la naturaleza, según cuenta esta psicóloga clínica, pronto se convirtió en su proyecto de vida. Un trabajo arduo al que ha dedicado los últimos cinco años de su vida y que nosotros, desde el Instituto Humboldt, quisimos conocer de primera mano.

Para cumplir con este objetivo, nos dimos cita bien temprano. A las 7:30 de la mañana salimos en caravana para huir del tráfico bogotano y así llegar a tiempo para observar ese refugio boscoso en crecimiento que se está gestando en la vereda Bobadillas de Choachí.

restauración terreno
Martha Díaz se dio a la tarea de restaurar un terreno que años atrás, antes de su llegada, era alquilado para la ganadería y el cultivo de papa y gladiolos. Foto por: Julián Sáenz




La aventura que nos llevó a conocer a Martha Díaz comenzó atravesando los emblemáticos cerros orientales de la capital. Como pocas veces ocurre, la vía que conduce a Choachí estaba casi desolada, sin vehículos y sin los ciclistas que madrugan a subir hasta el Alto del Verjón. Los rayos del sol rápidamente se impusieron sobre las altas montañas y disiparon la espesa niebla, la bruma y el smog.

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Pronto la ciudad quedó atrás y un paisaje diferente se divisó una vez pasamos el Alto del Verjón. La vegetación cambió, así como los olores y los colores. La ruralidad cobró protagonismo y nos encontramos inmersos en un cuadro netamente cundiboyacense. Uno donde se imponen las vacas lecheras, las ruanas y la leña; donde las planicies y las laderas están vestidas de pastos, de papas florecidas, de cipreses cincuentones y uno que otro parche de arbustos nativos que se niegan a desaparecer.

En esos parches, presentes solo en las cimas o en las paredes de las montañas, se multiplican los colores. Los verdes ocres, verdes azulados, verdes oscuros, verdes esmeraldas y hasta verdes chillones son muestra de la gran diversidad de especies presentes en el bosque nativo. Lugares a los que sólo llegan algunos animales y uno que otro escalador.

Una reserva hecha a pulso y voluntad propia

El momento de alejarnos de la vía principal que conduce a Choachí llegó y subimos por una trocha hasta la vereda Bobadillas, en lo alto de la montaña. Fueron casi 20 o 30 minutos en los que se midió la fuerza del carro y la destreza del conductor. Una carretera pedregosa e irregular fue el último paso recorrido antes de llegar al destino: el hogar de Martha Díaz.

corredor biologico
Se espera que las siembras realizadas en Choachí sirvan para generar un corredor biológico. Foto por: Alejandro Hernández




Doña Martha vive en una casa acogedora en medio de las montañas, un lugar desde donde se puede observar el municipio de Fómeque y la gran Serranía de Chingaza. Con la alegría y serenidad que irradia cuenta que: “Yo adquirí el predio el 23 de diciembre de 2015. Un 23 de diciembre, pero 15 años antes murió mi padre, casualmente esto sucedió en la misma fecha. De él aprendí el amor por la tierra y esto para mí significó mucho. A partir de ese momento decidí que la finca iba a dejar de tener algún tipo de maltrato. Comencé a tratar de retribuir a la naturaleza”.

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Con su hablar tranquilo y pausado, Doña Martha explica que este proceso no ha sido nada fácil, con sus propios recursos sembró varios árboles y para garantizar su crecimiento ha tenido que enfrentar desafíos como la escorrentía y los fuertes vientos.

“El trabajo de recuperación y restauración ha sido muy duro. Me cuestionaba si podía lograrlo, si tenía el músculo emocional y financiero para continuar. Pero he encontrado mucha solidaridad de parte de mis compañeros de reserva y así, de repente, fueron llegando los árboles”, agregó Díaz.

Esa mañana, en la casa de Martha Díaz, se reunieron varios invitados, entre ellos estaban los que ella llama sus compañeros de reserva. Propietarios de diferentes predios que por decisión autónoma formaron reservas naturales para la preservación, restauración y uso de un ecosistema. Ellos conforman la Red Tasqua del Corredor de Páramos, Corporación de Reservas de la Sociedad Civil. Se podría decir que todos los que se congregaron en la casa de Doña Martha eran unos enamorados de los árboles.

“Empezamos a juntarnos con vecinos que teníamos los mismos intereses y aplicamos a Parques Naturales Nacionales para volvernos reservas de la sociedad civil. Este proceso lo hicimos con Conservación Internacional, ellos nos apoyaron con toda la asesoría, con la zonificación de las reservas, con el levantamiento ecológico, eso fue en el 2018. Iniciamos seis propietarios. Pero hay otras reservas, como la de Martha, que es reserva por voluntad propia, que no tiene la resolución pero hace el mismo proceso y trabajo”, explicó Juan Carlos Gutiérrez, uno de los integrantes de la Red Tasqua.

“Los árboles llegan solos”: Martha Díaz

El Instituto Humboldt realizó un convenio con Bosques & Semillas para la siembra de 10.000 árboles en el marco del programa de siembra de 180 millones de árboles “sembrar nos une”, impulsado por el Ministerio de Ambiente.

Bosques & Semillas a su vez trabaja de la mano con la Red Tasqua y así fue como la reserva de Martha Díaz quedó seleccionada para la siembra. “Los árboles llegan solos”, así lo sentenció Martha, al ver que su trabajo durante cinco años está dando frutos.

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“Es una oportunidad para las reservas en el sentido económico. Todo lo que venimos haciendo de restauración y conservación ha sido con recursos propios. Es reconfortante participar de este tipo de proyectos”, agregó Gutiérrez.

Un olor a pandebono caliente y a café irrumpieron en la sala de Martha. Los invitados comieron y recargaron energías. Se venía la siembra de 60 de los 1.194 árboles que se plantarán en los predios Santuario, El Porvenir y La Esperanza de Doña Martha.

La voz de Patricia Velasco Lineares, la coordinadora técnica del proyecto de siembra de Bosques & Semillas, era la protagonista. Ella se encargó de explicarle a todos los invitados que la restauración por plantación no se hace con cualquier especie, que es un proceso complejo.

educacion ecológica
Martha Ruiz tiene una reserva natural por voluntad propia y en ella propicia espacios de educación. Foto por: Julián Sáenz




Patricia contó que desde Bosques & Semillas realizaron un estudio de los agentes de tensión en los predios que se iban a sembrar para así preparar la mejor estrategia de restauración. Después, seleccionaron las especies nativas que se usarán, plantas cuya distribución natural corresponda con los sitios de siembra y en las que se garantice la diversidad, en este caso de árboles y de arbustos.

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“En esta zona hay potreros abiertos que a pesar de estar al lado de bosques, si llevamos una especie de bosque solita no va a crecer. Por eso es importante la funcionalidad de la restauración y seleccionar el material nativo con los mejores rasgos que me pueden ayudar a generar las coberturas. Hay que promover la heterogeneidad y las interacciones entre especies”, manifestó Velasco Linares.

Gracias a la explicación de Patricia, los invitados reunidos en la casa de Doña Martha conocieron las diferentes técnicas de restauración que se iban a realizar a lo largo del proceso de siembra de los 10.000 árboles. La primera de ellas es el enriquecimiento, que consiste en plantar árboles en zonas donde ya se ha sembrado con anterioridad o donde ya existen procesos de regeneración. La segunda es la siembra por núcleos, una de las técnicas más usadas en zonas abiertas, en donde se realizan plantaciones a distancias cortas de diferentes especies de plantas en donde se promueve las interacciones, la competencia y el crecimiento. Por último, están las cercas vivas, elementos de división de predios que son importantes para la conexión y ayudan a soportar los fuertes vientos de la zona.

Armados de palas, palines y azadones todos los invitados nos pusimos a sembrar. Por el predio se vio desfilar: Amargoso (Ageratina crassipes), Maíz tostado (Myrsine dependens), Corono (Xylosma spiculiferum), Espino Garbanzo (Duranta Mutissi), entre muchas otras especies.

“En este convenio, los predios seleccionados están en los municipios de Choachí y Ubaque. Es importante porque trabajamos en áreas de bosques de niebla y áreas de subpáramo. Se está trabajando con alrededor de 40 especies forestales, todas nativas con un manejo integrado de conservación y restauración. La idea es generar un corredor que ayude a mitigar el impacto de los cultivos de papa y la ganadería en esta región”, dijo Edwin Bello, ingeniero forestal y coordinador de siembra de los 10 convenios que tiene el Instituto Humboldt en la iniciativa de 180 millones de árboles en Colombia.

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Uno a uno, los 60 árboles se fueron sembrando con la esperanza de que en el futuro se conviertan en grandes bosques. Doña Martha Díaz concluyó que: “Yo me visualizo como la guardabosques de este espacio. Este es un espacio alquilado mientras dure mi vida, yo lo que tengo que hacer es cuidar este espacio”. Nosotros con las botas y pantalones llenos de tierra y la satisfacción de conocer la historia de Doña Martha tomamos camino de vuelta a la capital.

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