Viveros comunitarios, aliados para restaurar los páramos de Colombia
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Viveros comunitarios, aliados para restaurar los páramos de Colombia
Las bolsas deben llenarse antes de realizar el trasplante para asegurar que las plantas no duren mucho tiempo por fuera de la tierra. Foto: Ledy Trujillo
- • En cinco páramos del país, las comunidades locales se han encargado de propagar y sembrar especies de plantas nativas para después utilizarlas en procesos de restauración ecológica en sus ecosistemas de alta montaña.
- • Viveros de páramos para la restauración ecológica es una herramienta de consulta para la propagación de estas especies vegetales.
- • En esta nueva publicación encontrará los pasos para diseñar e implementar un vivero de páramo y lograr la propagación de plantas adecuadas para este territorio.
Cuando los páramos son sometidos a procesos de degradación continuos es necesario intervenir para acelerar o iniciar el proceso de recuperación. Una de las estrategias para la restauración de los ecosistemas es la revegetalización mediante la siembra de plantas que permitan restablecer la funcionalidad y los servicios que presta el páramo como la regulación hídrica y el almacenamiento de carbono del suelo, entre otros. Este manejo de la vegetación requiere de la propagación de plantas nativas, a través de lo que se conoce como viveros.
Los viveros son el lugar adecuado para propagar, multiplicar y lograr que las plantas que serán usadas en el proceso de siembra, se adapten y sobrevivan durante los primeros meses o años de crecimiento antes de ser llevadas al lugar en donde se plantarán definitivamente. Aunque pareciera que un vivero es fácil de mantener, estos deben ser creados pensando en las condiciones ambientales de su entorno y en las especies de plantas que requiere un proceso de restauración. Las plantas de alta montaña crecen muy lento debido a las bajas temperaturas, por lo que el tiempo transcurrido desde la germinación de las semillas hasta tener una plántula puede ser entre uno y cuatro años.
La implementación de acciones de restauración ecológica contribuye a la disminución de los efectos ocasionados por disturbios en el páramo como la ganadería, la agricultura, las plantaciones forestales de pino y eucalipto, así como la colonización de especies invasoras y la minería.
En las pasadas décadas se ha evidenciado la necesidad de desarrollar proyectos de restauración ecológica cada vez más integrales en donde se involucren viveros principalmente de plantas nativas de la alta montaña. Es por esto que el Instituto Humboldt por medio del Proyecto Páramos: Biodiversidad y Recursos Hídricos en los Andes del Norte financiado por la Unión Europea presenta la publicación Viveros de páramo para la restauración ecológica.
Plántula de Retrophyllum rospigliosii creciendo en un sustrato de cascarilla de arroz.
Foto: Ledy Trujillo. Archivo: Bosques & Semillas.
“Este libro es una construcción de conocimiento a través del intercambio de saberes entre investigadores y viveristas comunitarios, en el que se aborda el paso a paso a la hora de poner en marcha un vivero de alta montaña”, aseguró Patricia Velasco-Linares, directora de Bosques & Semillas y autora principal del libro.
Además, es una herramienta de consulta para los habitantes de los páramos, estudiantes, profesionales e investigadores enfocados a la propagación de especies nativas, con el objeto de mejorar las practicas de reproducción de plantas de alta montaña necesarias para la restauración de este ecosistema.
El Proyecto antes mencionado ha impulsado la labor de los viveristas comunitarios que, además de ser líderes locales en la protección de sus territorios y el mantenimiento de los servicios ecosistémicos, son emprendedores que lideran viveros de alta montaña como alternativa económica. Aquí compartimos algunas de sus historias:
Algunos rostros de la restauración ecológica de los páramos
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Mireya Pérez Vivero Guardianes de la Montaña, Batallón de Alta Montaña Nro. 2. Ejército Nacional, vereda Tobal, municipio El Espino, Boyacá. El interés de Mireya por el viverismo nace de la curiosidad de saber cómo germinar frailejones. Pronto se convirtió en una pasión y en un camino de formación constante. Los cursos de viverismo tomados en el Proyecto Páramos cambiaron su perspectiva en relación con las actividades que venía desarrollando en el vivero. Actualmente, quiere incursionar en los negocios verdes, estableciendo una red de viveros al interior del departamento de Boyacá enfocados en la propagación de especies vegetales de páramo. |
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Andrés Ospina Vivero Asogrigan, vereda La Nevera, municipio de Palmira, Valle del Cauca. La curiosidad de Andrés lo llevó a interesarse por aprender sobre las plantas frutales de clima frío y así empezar a ensayar la propagación. “Comenzamos con uchuvas y papayuelas. Pero también me interesaba conocer la mayor variedad de plantas posible, que pudieran servir de alimento para las personas, sobre todo en una región donde ya nadie siembra nada”. Luego, y con el espacio del vivero, empezó a hacer ensayos de propagación de plantas del bosque y del páramo, prestando atención a las especies y sus ciclos de reproducción. |
Sus expectativas se centran en la propagación y cultivo de la diversidad de plantas del páramo y el bosque alto andino, para que puedan tener uso alimenticio, medicinal, forestal y estético. Además, se propone transformar dos hectáreas de potreros en un ecosistema que incluya una composición de plantas seleccionadas, para entender mejor el proceso de desarrollo en condiciones similares a las que se enfrentan en procesos de restauración.
Los viveros de páramo tienen la potencialidad no solo de suministrar material de calidad para la restauración ecológica, sino de ser centros de encuentro, educación ambiental y emprendimiento para las comunidades rurales.
El sueño de los viveristas de alta montaña es continuar con sus iniciativas que preservan estos ecosistemas claves en la lucha contra el cambio climático.
Descarga aquí Viveros de páramos para la restauración ecológica.
Las plantas se pueden agrupar por la forma en la que se desarrollan durante su ciclo de vida:
Rosetas con tallo: Las hojas se distribuyen de forma circular en el tallo, como es el caso típico de frailejones grandes. Rosetas sin tallo: Sus hojas también salen de forma circular, pero como no presentan tallo salen al nivel del suelo. Usualmente estas plantas tienen estructuras subterráneas, protegidas del frío donde almacenan agua y nutrientes. Arbustos: Plantas leñosas que alcanzan hasta los cinco metros de altura y se ramifican cerca de la base.
Arbolitos: Individuos leñosos con tallo claramente definido, que superan los cinco metros. Pueden formar pequeños bosques localmente.
Hierbas: Plantas de bajo porte, no leñosas o poco lignificadas, de manera que tienen consistencia blanda.
Bejucos o trepadoras: Plantas con un tallo largo y flexible que les permite crecer entre los árboles para alcanzar la luz. Pueden ser leñosas o herbáceas.
Bambusoides: Especies cuyas plantas tienen forma de bambú, lignificadas, de poca altura y clonales.
Cojines: Plantas que crecen a ras del suelo, forman un colchón o tapete que puede verse plano, convexo o semiesférico. Macollas: Las hojas son planas semejantes a penachos o grupos densos de tallos con hojas rígidas, puntiagudas, tubulares o enrolladas.
Para conocer más sobre las plantas de páramo puedes consultar Bitácora de Flora. Segunda edición.
Galería de Víveros
Preparando los esquejes de las plantas que se van a propagar.
Foto: Bosques & Semillas.

Siembra de semillas de plantas nativas en canaletas
Foto: John Bernal
Marcaje de plántulas con palillo que indica que ya se contabilizó su germinación.
Foto: John Bernal.
Póngale color a la pantalla de su computador con la biodiversidad de Colombia
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Póngale color a la pantalla de su computador con la biodiversidad de Colombia

La ciudadanía podrá tener a la biodiversidad colombiana como fondo de pantalla en sus computadores. Fotos: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
- ● En conmemoración del Día Internacional de la Diversidad Biológica, el Instituto Humboldt pone a disposición de la ciudadanía 15 fotografías de algunos de los ecosistemas y recursos naturales más representativos del país
- ● Estas imágenes, registradas en expediciones por las regiones Andina, Caribe y Orinoquia, se pueden descargar gratis para embellecer los fondos de pantalla de los computadores.
- ● Osos palmeros, búhos, venados, ranas, hormigas, tortugas y lagartos, además de paisajes como cavernas, morichales, humedales, ríos, ciénagas, palmas de cera y bosques endémicos, hacen parte de esta campaña sobre la riqueza natural nacional.
Diez países de tres continentes concentran la mayor biodiversidad del planeta, epicentros de flora y fauna igual de diversos que sus culturas, así: Brasil, Colombia, Indonesia, China, México, Perú, Australia, India, Ecuador y Venezuela.
Con más de 58 300 especies de animales y plantas registradas a la fecha, Colombia se ubica en el segundo peldaño de los 10 países más biodiversos del mundo. El primer lugar lo ostenta Brasil, que cuenta con una extensión siete veces mayor a la del territorio nacional.Una ubicación geográfica privilegiada, amplia variedad de climas y relieves únicos, hacen de las tierras colombianas un sitio propicio para albergar una gran cantidad de ecosistemas como selvas húmedas tropicales, diversos bosques, sabanas, desiertos, manglares, páramos y muchos más.

Colombia es considerado el segundo país más biodiverso del mundo. Sus diversos ecosistemas han inspirado a escritores, compositores y artistas. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt)..
ELos diversos tonos de verde en Colombia están representados en más de 26
200 especies de plantas, la segunda cifra más alta en el globo terráqueo y
de las cuales por lo menos 6200 son únicas. Entre los grupos de flora más
representativos están las orquídeas, con 3179 especies.
La explosión de diversidad biológica de animales abarca más de 11 700
especies de insectos, casi 2000 de aves, 4000 de peces, 850 de anfibios, 740
de reptiles y 520 de mamíferos, una riqueza que engalanan los 114 millones
de hectáreas colombianas.
“A pesar de representar solo un 1 % de la superficie terrestre del planeta,
Colombia concentra cerca del 14 % de la biodiversidad mundial. Somos el
primer país en aves y orquídeas; segundo en plantas, anfibios, mariposas y
peces de agua dulce; tercero en palmas y reptiles y sexto en mamíferos”,
informó Hernando García, director del Instituto Humboldt.

Más de la mitad del país aún está cubierta por bosques de diversos ecosistemas. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Entre las mayores joyas naturales de Colombia están los 36 complejos de
páramos, ecosistemas estratégicos distribuidos en más de 2.9 millones de
hectáreas donde nacen las principales estrellas fluviales del país.
“Somos el país con más área cubierta por páramos. Es más, albergamos la
mitad de todos estos ecosistemas en el mundo. Cerca de 4.000 especies de
plantas (734 endémicas), 70 de mamíferos, 154 de aves y 90 de anfibios,
habitan en estos paraísos”, dijo el director del Humboldt.
Más de 48.400 humedales hacen presencia en el país, esponjas hídricas que
cubren el 26 % del área nacional. “Estos ecosistemas nos convierten en un
territorio anfibio, un tesoro natural que se ha visto altamente afectado por
las actividades humanas”, precisó García.
Biodiversidad en los computadores
La Asamblea General de las Naciones Unidas escogió el 22 de mayo como el Día
Internacional de la Diversidad Biológica, fecha que se celebra desde 2001
como un llamado planetario para proteger las plantas, animales y
microorganismos del globo terráqueo.
Este año, el Instituto Humboldt decidió conmemorar esta fecha por medio de
una serie de fotografías de algunos de los ecosistemas y recursos naturales
de Colombia, postales que los ciudadanos pueden utilizar como fondos de
pantalla en sus computadores.
“El primer paso para proteger y conservar la biodiversidad es conocer los
tesoros que la conforman. Colombia, al ser el segundo país con mayor riqueza
biológica, cuenta con diversas muestras de esa belleza natural que
lamentablemente ha palidecido por las actividades impulsadas por el hombre”,
afirmó el director del Humboldt.

En los ecosistemas colombianos han sido registradas 58 300 especies de animales y plantas. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Los ciudadanos que quieran pintar los fondos de pantalla de sus computadores con la biodiversidad colombiana solo deben ingresar en el siguiente vínculo (http://humboldt.org.co/es/actualidad/item/1646-postales-de-la-biodiversidad) y descargar alguna de las 15 fotografías de las regiones Andina, Orinoquia y Caribe, las cuales están en alta calidad.
“Estas postales de nuestra biodiversidad fueron registradas por nuestro fotógrafo, Felipe Villegas, en diversas expediciones que hemos realizamos por el país, trabajos que incrementan casi a diario las cifras sobre nuestra riqueza biológica”, apuntó García.
Animales como osos palmeros, búhos, venados, ranas, hormigas, tortugas y lagartos, además de diversos ecosistemas como cavernas, morichales, humedales, ríos, ciénagas, palmas de cera y bosques endémicos; ahora podrán inspirar el trabajo o estudio diario de los ciudadanos.
“Con estas imágenes gratuitas buscamos que más personas se enamoren de la vasta biodiversidad colombiana, además de hacer un llamado para que frenemos los diversos impactos que la hacen palidecer, como es el caso de la deforestación, la principal problemática ambiental del país”, anotó García.
Las 15 postales
1. Zapatosa, una joya anfibia y cultural del Caribe
Compositores y poetas han encontrado en los ríos, humedales y ciénagas del Caribe su mayor inspiración. José Barros fue uno de ellos, vio en los paisajes anfibios de El Banco (Magdalena), terruño que lo vio nacer, un tesoro biodiverso para crear su canción más emblemática: La piragua.
Sucumbia insignia no fue producto de una imaginación prodigiosa o de los relatos de sus abuelos. Cuando era pequeño, el maestro Barros quedó maravillado al ver la chalupa que partía de El Banco, viejo puerto, hacia las playas de amor de Chimichagua, navegando por las aguas carmelitas del río Cesar.

Ciénaga de Zapatosa. Municipio de Chimichagua, Cesar. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
El territorio anfibio por donde transitaba la piragua, al mando de Guillermo Cubillos, hace parte del complejo cenagoso de Zapatosa, el humedal continental más grande de agua dulce del país, con una extensión que alcanza las 70 000 hectáreas en los municipios de Chimichagua, Curumaní, Tamalameque y El Banco.
Esta postal fue captada una mañana de marzo de 2015, cuando el Instituto Humboldt daba marcha a un proyecto de planeación ambiental en las zonas operativas de Ecopetrol. Ese día, la ciénaga amaneció totalmente estática y sin una gota de brisa, formando un espejo de agua que luce inamovible.
Las playas de amor de Chimichagua, que el mayor representante de la cumbia dio a conocer en La piragua, aparecen al fondo de la imagen.
2. Los cuernos del páramo
A menos de una hora de Bogotá inicia uno de los principales reservorios de agua de Colombia, es el Parque Nacional Natural Chingaza, con 76 600 hectáreas de páramo distribuidas en 11 municipios de Cundinamarca y Meta.
En el pasado, este vasto ecosistema conformado por 20 lagunas, de donde proviene el 70 % del agua que consumen los habitantes de la capital, fue uno de los sitios donde los muiscas hacían sus pagamentos y rituales sagrados. En la laguna de Siecha fue extraída una de las balsas doradas de la leyenda de El Dorado.

Venado de páramo (Odocoileus goudotii). Parque Nacional Natural Chingaza, Cundinamarca. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Chingaza le sirve de hogar a diversas especies insignias del país como el
oso andino, el cóndor de los Andes y el puma. Sin embargo, los animales
que más hacen presencia en sus terruños paramunos son los venados de
diversas especies, mamíferos saltarines que ya no le temen a la presencia
humana.
Este venado de páramo macho (Odocoileus goudotii), con las astas
cubiertas de pelo, fue avistado por científicos del Instituto Humboldt en
2015 durante un recorrido por el parque en compañía de representantes de
la gobernación de Cundinamarca.
Esta especie habita en el norte de Sudamérica. En Chingaza convive con
otros cérvidos como el venado de cola blanca y el venado colorado,
mamíferos que incluso sorprenden a los turistas que acampan en esta área
protegida repleta de agua.
3. La palma más acuática
Las sabanas inundables son uno de los ecosistemas más representativos de
la Orinoquia. Sus bosques están constituidos por matas de monte, esteros y
morichales, estos últimos gobernados por la palma de moriche (Mauritia
flexuosa), que alcanza hasta los 25 metros de altura.
Los morichales engalanan los Llanos Orientales colombianos. Son sistemas
fluviales que se forman en las zonas de corrientes tranquilas en pequeñas
depresiones de planicies y valles; es decir, son palmas en medio del agua.
Esta gigante está considerada como la más acuática de todas las palmas..

Morichales de la Orinoquia. Trinidad, Casanare. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt.
Estos ecosistemas, la única fuente de agua permanente para la fauna de la
sabana, son indispensables para los indígenas y colonos de la región.
Además de suministrarles peces y carne de monte de los animales que allí
habitan, con los frutos, semillas y tallos de las palmas elaboran
productos y artesanías que son parte de la economía local.
Esta postal de tonos naranjas y azules fue captada en 2016 por el
Instituto Humboldt en las sabanas inundables de la reserva natural El
Lagunazo, ubicada en el municipio de Trinidad (Casanare), donde se aprecia
la imponencia de la palma de moriche, también conocida como aguaje,
canangucha o cananguche.
4. Una madre incondicional
Más de 34 millones de hectáreas conforman la cuenca del Orinoco en
Colombia, una región con una marcada tradición llanera que abarca la
totalidad de los departamentos de Casanare, Arauca, Meta y Vichada.
Es una de las zonas más biodiversas del país, con cerca de 8400 especies
de plantas y animales registradas. De este total, 254 corresponden a
mamíferos, los únicos con pelos y glándulas mamarias en todo el reino
animal.
En 2016, el Instituto Humboldt acompañó el proceso de declaratoria de
varias reservas de la sociedad civil en el municipio de Trinidad
(Casanare), los investigadores quedaron maravillados con una de las
muestras más tiernas de la naturaleza.

Oso palmero (Myrmecophaga tridactyla). Trinidad, Casanare. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Se trataba de una osa palmera (Myrmecophaga tridactyla) cargando
a su cría en el lomo, una especie reconocida por ser una de las mejores
madres del mundo de los mamíferos.
En esta postal se puede apreciar el gran tamaño de la cría sobre el lomo
de su progenitora, una condición que no le parece incomodar para nada a la
devota madre.
Esta especie, que habita en varios países de Sudamérica y Centroamérica,
lleva a su cría en la espalda durante más de un año, tiempo en el que se
desarrolla totalmente y queda lista para valerse por sus propios medios.
El hocico alargado y convexo del oso palmero, también conocido como oso
hormiguero gigante, le permite encontrar su principal alimento en la
tierra, hormigas y termitas. Su cola, un prensil bastante peludo, es otra
de las características físicas más llamativas de esta especie.
5. El corazón del mundo
En Colombia se han descrito 260 sistemas cársticos, ecosistemas como
cuevas, cavernas, hoyos y abrigos rocosos que albergan algunos de los
representantes de la biodiversidad nacional más desconocidos.
En 2016, el Instituto Humboldt y Colciencias dieron marcha al primer
estudio de la biodiversidad subterránea en el municipio de El Peñón
(Santander), que a su vez fue la primera expedición del proyecto Colombia
BIO

Cueva La Tronera. El Peñón, Santander. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Los hallazgos fueron catalogados como asombrosos. Un total de ocho
posibles nuevas especies de insectos, una nueva especie de pez ciego que
habita en las cavernas y dos especies de murciélagos, registradas por
primera vez como habitantes de cavernas.
Las cavernas El Caracol, La Tronera, Las Sardinas y Los Carracos fueron
los principales epicentros del estudio, ecosistemas enterrados en lo más
profundo de la tierra que dejaron perplejos a los investigadores.
La Tronera fue uno de los sitios que los científicos jamás podrán olvidar.
Uno de sus accesos es conocido como el corazón del mundo debido a que la
roca se abre en forma de corazón, comunicando el mundo exterior con los
secretos que se ocultan bajo tierra.
Por encima permanece oculta, ya que está cubierta por los densos bosques.
Pero en su interior hay una profunda caverna subterránea bañada por el
agua que fluye todo el tiempo así no esté lloviendo.
6. Las incansables obreras del
suelo
Más del 20 % de la biodiversidad conocida en Colombia corresponde a
animales con tamaños diminutos, organismos que, si no fuera por los
zumbidos o colores llamativos de algunos de sus representantes, pasarían
totalmente desapercibidos.
Se trata de los insectos, un grupo de la fauna silvestre que en el país
suma más de 11 760 especies registradas a la fecha, lo que incluye
escarabajos, hormigas, mariposas, abejas y dípteros, como moscas y
mosquitos.
En las expediciones del Instituto Humboldt, los investigadores agudizan
sus sentidos para poder analizar y detallar a estos representantes del
reino animal que gobiernan lo más profundo de los ecosistemas.

Hormigas arrieras. Aipe, Huila. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
En el municipio de Aipe (Huila), mientras el Humboldt daba marcha a un
proyecto sobre parcelas permanentes de monitoreo en el bosque seco
tropical, un tronco de uno de los árboles espinosos arrojó una imagen que
plasma el arduo trabajo de las hormigas en horas de la noche, insectos que
en el país suman más de 870 especies.
Cuatro hormigas arrieras, de diversos tamaños, cargan en sus espaldas
partes de la vegetación que llevan a su hormiguero para cultivar un hongo
y alimentarse de él, una postal captada en 2016 donde se aprecia el fondo
naranja característico del bosque seco.
7. La tierna mirada de una rana de
cristal
Con cerca de 850 especies registradas, Colombia ostenta el título del
segundo país con mayor riqueza de anfibios, un grupo de la fauna silvestre
representado por ranas o anuros, salamandras, tritones y cecilias.
En 2016, durante la primera expedición de Colombia BIO, proyecto del
Instituto Humboldt y Colciencias, los investigadores lograron registrar la
tierna mirada de una rana de cristal (Espadarana prosoblepon),
con sus ojos negros como el ébano en dirección hacia el cielo.

Rana de cristal (Espadarana prosoblepon). Carmen de Viboral, Antioquia. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Este hallazgo se hizo en el municipio del Carmen de Viboral (Antioquia),
cerca del río Melcocho. La rana, con un cuerpo pintado de verde encendido
y pequeñas pecas negras en su lomo y patas, estaba sobre un helecho y al
parecer se disponía a saltar.
Espadarana prosoblepon es un anfibio con un tamaño que no supera los 28
milímetros. Se distribuye en Colombia y Ecuador y algunos sitios puntuales
de Centroamérica, y aunque no está catalogada como amenazada, la
deforestación la está dejando sin hogar.
8. Tochecito: el emporio de la
palma de cera
No hay otro lugar en el mundo que cuente con tanta riqueza en palmas como
Colombia. Con más de 259 especies identificadas, es el país con mayor
diversidad de palmas en el planeta, de las cuales el 23 % son endémicas.
Dentro del grupo de especies únicas, la más representativa es la palma de
cera del Quindío (Ceroxylon quindiuense), reconocida como símbolo patrio
de Colombia en 1985, una especie que fue altamente impactada por la
elaboración de ramos con sus hojas para las festividades de Semana Santa.

Las palmas de cera de Tochecito (Ceroxylon quindiuense). Cajamarca, Tolima. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
La población más abundante de esta palma está en la cuenca del río
Tochecito, entre Cajamarca y Salento (Tolima y Quindío), donde sobreviven
cerca de 600 000 individuos en 4500 hectáreas.
El geógrafo Alexander von Humboldt describió a Tochecito como un bosque
sobre el bosque, un paraíso que con el paso del tiempo se ha visto
afectado por la ganadería extensiva y quemas generadas por la
deforestación.
El Instituto Humboldt recorrió parte de Tochecito en 2017 en una salida
exploratoria que tuvo como objetivo proponer una expedición en sus
dominios y así contar con mayores insumos para lograr su declaratoria como
área protegida.
9. El tierno currucutú en los
llanos
Cerca de 2000 especies de aves revolotean por las más de 114 millones de
hectáreas de Colombia, una cifra que lo convierte en el país con mayor
riqueza de avifauna en todo el globo terráqueo.
Las hay de todos los colores, tamaños, formas, cantos y comportamientos.
Las migratorias, 158 especies, pasan por el territorio nacional en algunas
épocas del año para encontrar refugio, alimento y sitios de descanso en
sus largos viajes. Por otro lado, 82 son únicas o endémicas.

Currucutú común (Megascops choliba). Cuenca del río Tomo, Vichada. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
En las expediciones de la biodiversidad del Instituto Humboldt, las aves
figuran siempre entre los animales con mayores registros, hallazgos que en
algunos casos sorprenden por la majestuosidad de su plumaje, las
habilidades de caza o la ternura de sus miradas.
Así ocurrió con un búho currucutú común (Megascops choliba),
avistado en la tercera expedición del proyecto Colombia BIO en 2017, por
las tierras del Vichada, en una zona boscosa de la cuenca del río Tomo.
Esta especie habita en el centro y sur del continente americano, en
ecosistemas diversos como bosques, selvas, sabanas, cerros e incluso
sitios urbanos. Caza insectos y algunos roedores de noche, durante el día
se queda camuflado entre vegetación.
10. Una noche estrellada en la
Orinoquia
Los paisajes llaneros no solo muestran su belleza bajo los rayos del sol.
Aunque los amaneceres y atardeceres de colores naranjas son los más
llamativos en la región, las horas de la noche esconden una magia
ancestral y cosmológica.
Cuando hacen expediciones sobre biodiversidad, los investigadores del
Instituto Humboldt poco duermen, ya que son conscientes de que en
cualquier momento la naturaleza les dará alguna muestra digna de
registrar. Además, el tiempo en campo, al ser limitado, debe ser
aprovechado al máximo

Colombia BIO 2017. Cuenca del río Tomo, Vichada. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Así ocurrió en uno de los campamentos de la expedición Colombia BIO por
las tierras del Vichada en 2017, en la cuenca del río Tomo. Una noche,
algunos investigadores interrumpieron el procesamiento de datos y muestras
para apreciar un cielo repleto de estrellas que les regalaba la jornada.
En la postal, los puntos luminosos de las estrellas contrastan con las
luces rojas y azules de los dos sitios del campamento, donde también
aparecen algunos científicos trabajando bajo la majestuosidad de la vía
láctea.
11. Los colorados de Belén
La deforestación sigue saciando su hambre con los árboles centenarios de
los bosques y selvas de Colombia, uno de los cinco países más impactados
por este flagelo impulsado por tentáculos de la ilegalidad.
En los últimos 20 años, el territorio nacional perdió cerca de 2.8
millones de hectáreas de bosque, una hecatombe ambiental liderada por
motores como el acaparamiento de tierras, la ganadería extensiva y la
minería ilegal.
Sin embargo, en las expediciones lideradas por el Instituto Humboldt, los
investigadores se han topado con algunos ecosistemas boscosos sin muestras
de alguna intervención humana, un estado virginal en el máximo tope de su
majestuosidad.

Bosque de colorados (Polylepis quadrijuga). Páramo El Consuelo, Belén, Boyacá. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Así ocurrió en el páramo de El Consuelo, ubicado en el municipio de
Belén, una de las zonas que abarcó la expedición Boyacá BIO de 2018, donde
fue registrada una zona boscosa con árboles únicos del territorio
nacional.
Se trataba de un relicto de bosque bastante extenso de árboles colorados
(Polylepis quadrijuga), una especie nativa y endémica de la cordillera
Oriental en Colombia que fue catalogada por los científicos como uno de
los hallazgos más interesantes de la expedición.
Los colorados habitan en los ecosistemas de alta montaña, como el bosque
altoandino y los páramos. Sus árboles alcanzan alturas de hasta ocho
metros y cuentan con troncos retorcidos de color rojo intenso, razón de su
nombre común.
En la postal del Instituto Humboldt se aprecia cómo las ramas de estos
árboles forman figuras parecidas a ríos o caminos en el dosel, una
característica que les permite no juntarse o enredarse.
12. En la piel de un lagarto
Más de 700 especies de reptiles han sido registradas hasta ahora en
Colombia, una cifra que ya lo convierte en el tercer país con mayor
cantidad de tortugas, serpientes, lagartos y cocodrilos en todo el mundo.
Este es un número parcial que ha venido creciendo en los últimos años a
través de las expediciones científicas en sitios que el conflicto armado
evitaba recorrer, donde se han registrado incluso especies desconocidas
para la ciencia.

Camaleón andino (Anolis heterodermus). Páramo de Ocetá, Monguí, Boyacá. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
En la expedición Boyacá BIO de 2018, uno de los reptiles que dejó ver su
belleza en todo su esplendor fue el Anolis heterodermus, llamado
comúnmente camaleón andino, aunque se trata de un lagarto. Este, en
particular, fue registrado en el páramo de Ocetá, en el municipio de
Monguí.
La piel de este lagarto es bastante peculiar, ya que cambia de color
cuando siente alguna amenaza gracias a que tiene células llamadas
cromatóforos que tienen esta capacidad. Como se mimetiza entre la
vegetación para despistar a sus depredadores, las comunidades lo llaman
camaleón.
Las escamas agrandadas y granulares, registradas por el fotógrafo del
Instituto Humboldt, es otra de las características de la piel de este
lagarto que en el mundo solo habita en Colombia y Ecuador.
13. Tortuga sobre un colchón
rosado
El río de los siete colores o el río de los dioses. Así es conocido Caño
Cristales, cuerpo de agua que zigzaguea por la serranía de La Macarena, en
el departamento del Meta, y que ha sido catalogado como uno de los mayores
tesoros biodiversos de Colombia.
La razón de sus nombres es que las plantas acuáticas que hay en su fondo
cambian de color con la exposición de los rayos del sol, pasando de verde
hasta tonos rosados y rojos bastantes intensos. Sus aguas lucen como un
arcoíris, pero en realidad es un efecto visual causado por la vegetación.

Tortuga hedionda (Mesoclemmys gibba). Caño Cristales, Meta. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
En 2019, cuando el Instituto Humboldt y Cormacarena realizaban una caracterización de la fauna asociada a la Macarenia clavigera, una de las plantas endémicas del río que lo hace ver de color rojo, una tortuga apareció sobre un colchón de plantas rosadas.
Se trataba de una tortuga hedionda o galápago hediondo (Mesoclemmys gibba), reptil que se distribuye en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Guayana Francesa, Perú, Surinam, Trinidad y Venezuela.
El registro de esta tortuga de cabeza angosta, caparazón ancho y aplanado y color café oscuro o negruzco, representa un gran hallazgo para los científicos ya que es uno de los reptiles de los que se tiene poca información en el país.
Se sabe que en Colombia habita en las cuencas del Amazonas y Orinoco, pero no se cuenta con información precisa sobre su hábitat, alimentación y biología. Aunque no está catalogada como amenazada, los investigadores advierten que la pérdida de hábitat la puede tener en peligro.
14. Cordones umbilicales de las ciénagas
Nace de la confluencia de los ríos Suárez y Chicamocha en Santander y desemboca sus aguas carmelitas en el río grande de la Magdalena. Baña a municipios como son San Vicente de Chucurí, Betulia, Los Santos, Barrancabermeja, Puerto Wilches, Sabana de Torres y Zapatoca.
Se trata del río Sogamoso, el mayor afluente del Magdalena en su tramo medio y uno de los titanes hídricos que fue recorrido por investigadores del Instituto Humboldt en 2020, cuando adelantaban un proyecto con Ecopetrol para conocer la riqueza íctica o de peces en la zona.

Caño San Silvestre. Barrancabermeja, Santander. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
El caño San Silvestre, uno de los afluentes del Sogamoso, zigzaguea con
calma entre los árboles del bosque húmedo. Es un cordón umbilical que
conecta las ciénagas de El Llanito con San Silvestre, en Barrancabermeja.
Este caño sale de la ciénaga San Silvestre. Luego de algunos kilómetros
llega a la de El Llanito para nutrirla, pero después coge camino hacia el
río Sogamoso, donde desemboca sus aguas carmelitas.
Este es uno de los sitios donde sobrevive la pesca artesanal de las
comunidades locales, a pesar de que sus peces son cada vez más escasos y
pequeños.
15. Una cuenca con corazón
La cuenca del río grande de la Magdalena surgió hace más de 80 millones de
años con el levantamiento de las tres cordilleras andinas. Es un
territorio con un área de drenaje superior a las 25 millones de hectáreas,
de las cuales cerca de 1.2 millones son planicies inundables.
El Magdalena es sin lugar a dudas el mayor territorio anfibio de Colombia,
con un corazón que late en sus 151 subcuencas tributarias, 233 especies de
peces y más de 30 000 pescadores.
En la ciénaga de El Llanito, que hace parte de la subcuenca del río
Sogamoso en el municipio de Barrancabermeja, las atarrayas de los
pescadores decoran el panorama

Ciénaga del Llanito. Barrancabermeja (Santander). Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Esta práctica ancestral ha sobrevivido a pesar de la disminución en la
talla de los peces y los impactos derivados por la llegada de la represa
de Hidrosogamoso.
Esta postal, registrada por los investigadores del Instituto Humboldt en
un proyecto suscrito con Ecopetrol, corrobora esa cultura anfibia que se
niega a desaparecer por los azares del tiempo y las actividades
económicas.
Se da inicio a la actualización de la lista roja de los mamíferos amenazados en Colombia
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Se da inicio a la actualización de la lista roja de los mamíferos amenazados en Colombia

Colombia está catalogado como el sexto país con mayor cantidad de especies de mamíferos en el mundo. Fotos: Felipe Villegas, Jhon Barros y Fundación Wii.
- • El último Libro Rojo de los Mamíferos del país fue publicado hace 15 años, tiempo en el cual estos animales se han visto seriamente afectados por la transformación y deterioro de los ecosistemas, principalmente desatados por la deforestación, creciente pérdida de hábitat, sobreexplotación (uso y caza) y tráfico ilegal.
- • El Instituto Humboldt, la Asociación Colombiana de Zoología y la Sociedad Colombiana de Mastozoología lideran la actualización de este grupo, un trabajo en el que han participado más de 110 investigadores, 60 instituciones, profesionales y becarios.
- • Los científicos recopilaron información para un grupo piloto de 189 especies de mamíferos por medio de una detallada revisión de datos provenientes de colecciones biológicas y esfuerzos de fototrampeo.
Cerca del 10% de la biodiversidad del planeta está concentrada en Colombia, un territorio de aproximadamente 114 millones de hectáreas donde se han registrado más de 58300 especies de plantas y animales, de las cuales 8800 son únicas en el mundo.
Es el segundo país con mayor riqueza natural en términos de biodiversidad en el globo terráqueo. Su biodiversidad extrema se debe a una ubicación geográfica privilegiada, un relieve único y una amplia variedad de climas, factores que lo convierten en un sitio propicio para albergar distintos ecosistemas y formas de vida.
Sus dos salidas a los océanos Atlántico y Pacífico, tres cordilleras andinas, selva amazónica, el Chocó Biogeográfico, las sabanas de la Orinoquia, parte del Escudo Guayanés, desiertos, páramos y una Sierra Nevada única en el planeta son tan solo algunas de sus joyas ecosistémicas.

El puma mide hasta 1,6 metros de largo. Es una de las especies ya catalogadas como amenazadas en Colombia. Foto: Instituto Humboldt.
Aunque Colombia es reconocida como el principal refugio de aves y orquídeas en el mundo, los mamíferos (animales con pelos y glándulas mamarias productoras de leche), también han encontrado en sus dominios ecosistémicos un sitio ideal para establecerse, ubicando al país en un cuarto lugar a nivel global en cuanto a diversidad de especies.
Con 520 especies de mamíferos registradas, de las cuales 58 son endémicas o únicas del territorio nacional, Colombia ostenta el título del sexto país más rico en estos animales, grupo que incluye felinos, murciélagos, marsupiales, primates, roedores, cetáceos, entre otros.
Del total, 42 especies han sido catalogadas por los científicos como los mamíferos más amenazados: seis en peligro crítico de extinción, ocho en peligro y 24 vulnerables a desaparecer. En este listado están joyas naturales como el jaguar, el oso de anteojos, el tití cabeciblanco y el delfín rosado.

El tití cabeciblanco, primate endémico de Colombia, figura entre los mamíferos más amenazados en todo el territorio nacional. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Sin embargo, gran parte de estos datos provienen del último Libro Rojo de los Mamíferos de Colombia, publicado en 2006 por Conservación Internacional en colaboración con otras instituciones como autoridades ambientales, ONG y el Ministerio de Ambiente, lo que significa que dicha evaluación requiere de una urgente actualización.
La nueva Lista Roja de los Mamíferos es fundamental para múltiples procesos de conservación, planificación del desarrollo y para entender, incluso, el desempeño ambiental del país, por lo que es necesario contar con datos relevantes y actualizados para entender cómo las amenazas han afectado a estos animales y las medidas necesarias para revertir dichos procesos que amenazan su existencia en el país.
En casi dos décadas, los ecosistemas colombianos que le ofrecen hogar a los mamíferos han cambiado radicalmente. Por ejemplo, la deforestación, la peor problemática ambiental en el país, arrasó con cerca de 2.8 millones de hectáreas de bosque entre 2000 y 2019, la mayoría en la Amazonia.
“Los conflictos ambientales han repercutido en la fauna y flora nacional. En el caso de algunos mamíferos, como los grandes depredadores, son los primeros en verse afectados cuando los ecosistemas son alterados”, precisó Lina Marcela García L., bióloga e investigadora del Instituto Humboldt.

La actualización del Libro Rojo de Mamíferos identificará qué tan amenazados están los murciélagos de Colombia. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Más de 180 especies con información
El Instituto Humboldt, la Asociación Colombiana de Zoología (ACZ) y la Sociedad Colombiana de Mastozoología aunaron esfuerzos para actualizar las evaluaciones de riesgo de extinción de los mamíferos de Colombia publicadas en su momento en el Libro Rojo de los Mamíferos en 2006, además de incluir otras especies priorizadas por su endemismo y uso.
“Tenemos un alto rezago sobre el grado de amenaza de nuestros mamíferos ya que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) recomienda actualizar las evaluaciones de riesgo de extinción por lo menos cada cinco años”, precisó la bióloga del Humboldt María Piedad Baptiste E.
Por medio de un convenio de cooperación suscrito en noviembre de 2020, las mencionadas entidades compilan toda la información sobre los mamíferos de Colombia que reposa en sitios como las colecciones biológicas de entidades públicas y privadas, además de datos de fototrampeo de ONG, universidades públicas o privadas e investigadores independientes.

El jaguar es el felino más grande de América, con tamaños que pueden alcanzar los dos metros de largo. Foto: Fundación Panthera.
“Ya ajustamos una base maestra para la generación de fichas de mamíferos, insumos que incorporan la información relacionada con los parámetros ecológicos, uso y amenazas de estos animales”, precisó Baptiste en una reciente socialización del convenio.
Según Lina García y Gabriel Pantoja, investigador de la ACZ, a la fecha se han encontrado más de 50000 registros en colecciones y fototrampeo para las 189 especies de mamíferos priorizadas correspondientes a 15 órdenes, 43 familias y 106 géneros.
De los mamíferos identificados a la fecha, cerca del 35% corresponde a carnívoros, 30% a roedores, 15% a artiodáctilos o ungulados con dedos pares y 5% a perisodáctilos o ungulados de dedos impares.
Con porcentajes menores están los cingulados o armadillos, pilosos (osos hormigueros, tamandúas y perezosos), lagomorfos o conejos, murciélagos, eulipotiflanos (erizos, topos y musarañas), primates y cetáceos (delfines y ballenas).

Las nutrias también están entre los mamíferos más amenazados del país. Foto: Fernando Trujillo: Fundación Omacha.
En cuanto a la búsqueda de información sobre la distribución, usos, amenazas y demás aspectos ecológicos de los mamíferos, los científicos se han concentrado en plataformas como Google Scholar, Ilibrary, Naturalist, Scopus Preview, Elsevier y Web of Science, junto a las revisiones de repositorios de distintas universidades del país.
“La mayoría de recursos consultados fueron artículos científicos y recursos electrónicos. En menor medida se logró acceder a tesis de grado o reportes esporádicos debido a la inaccesibilidad y no disponibilidad de dichos insumos”, informaron los líderes del convenio.
La meta de este año
El primer paso para actualizar la Lista Roja de los Mamíferos de Colombia fue la recopilación de información, un trabajo que contó con la participación de 115 personas, 8 curadores de colecciones biológicas, 60 instituciones como universidades y ONG, profesionales y becarios.
“Siguiendo todos los requerimientos y estándares de la UICN logramos gestionar, consolidar y validar la información de base. La segunda etapa, que irá hasta el mes de julio, será definir e implementar el esquema operativo para hacer las evaluaciones a través de la participación de diversos expertos”, dijo Baptiste.
El oso de anteojos está bastante afectado por la deforestación y ataques de los humanos. Foto: Fundación Wii.
Entre julio y octubre, el Instituto Humboldt, la Asociación Colombiana de Zoología y la Sociedad Colombiana de Mastozoología, con el apoyo de otros mastozoólogos, avanzarán en la evaluación de la categorización con la UICN y el envío de los resultados a las instancias correspondientes.
“A finales de este año esperamos contar con la actualización de la Lista Roja de los Mamíferos de Colombia, insumo que iremos socializando en diversas instancias a nivel nacional e internacional. El objetivo es incluir todos los resultados en la lista oficial de especies amenazadas de Colombia”, informó Baptiste.
Con los resultados de este convenio, los investigadores elaborarán un artículo científico sobre los mamíferos endémicos y amenazados del país, que espera ser publicado en la revista Biota Colombiana, promoviendo la divulgación de datos como insumo clave para la toma de decisiones.
“También estamos subiendo los insumos en la Infraestructura Institucional de Datos del Humboldt (I2D), el Sistema de Información de Biodiversidad de Colombia (SiB) y Biomodelos, para que luego puedan ser consultados por los científicos y la ciudadanía en general”, puntualizaron las entidades.

Los primates colombianos se están quedando cada vez más sin hogar. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Epicentros de datos
Las colecciones biológicas, sitios donde reposan los hallazgos de la flora y fauna colectados por los científicos en las expediciones por la biodiversidad, son grandes epicentros de información para consolidar los libros rojos de los recursos naturales.
Para la actualización de la lista roja de mamíferos, los investigadores de las tres entidades contactaron a 22 colecciones del país, de las cuales 8 decidieron participar en este ejercicio para su conservación.
Las que acataron el llamado fueron la del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, Museo de Historia Natural de la Universidad Distrital, Universidad de Caldas, Instituto Tecnológico Metropolitano, Museo de La Salle, Universidad de Nariño, Museo de Historia Natural de la Universidad de los Andes e Instituto Humboldt.

El delfín rosado también padece por las actividades humanas. Foto: Felipe Villegas (Instituto Humboldt).
Estos sitios aportaron más de 1300 registros de 94 especies de mamíferos, correspondientes a 31 familias, 12 órdenes y 63 géneros. La mayoría de la información proviene de departamentos como Cundinamarca, Caldas, Antioquia, Huila, Meta, Caquetá, Chocó, Arauca, Casanare, Santander, Boyacá y Tolima.
“Las colecciones que no han participado aún nos pueden enviar su información. Es de suma importancia contar con más datos en regiones como la Amazonia, Orinoquia y el Chocó Biogeográfico, donde están los mayores vacíos”, precisaron los expertos.
En cuanto al fototrampeo, más de 50 universidades, instituciones gubernamentales y no gubernamentales e investigadores independientes aportaron 53900 registros de 62 especies de mamíferos (10 órdenes, 27 familias y 50 géneros), información que fue organizada en 33 bases de datos.

Colombia alberga seis especies de felinos, todas bastante amenazadas por la mano del hombre. Foto: Instituto Humboldt.
Los roedores y carnívoros son los mamíferos con más información a partir del fototrampeo, ya que las cámaras trampa normalmente son instaladas a nivel de suelo. Cundinamarca fue el departamento con mayor cantidad de datos.
“También tenemos información considerable en Amazonas, Caquetá, Santander, La Guajira, Vichada y Meta. Sin embargo, hay carencia de datos en sitios como Cesar, Norte de Santander, Guaviare, Guainía y la parte insular de Colombia”, indicaron los expertos.